ÓSCAR: ¿Sylvester Stallone capo de la mafia?

La carrera cinematográfica de Sylvester Stallone está llena de clásicos del cine de acción con los que hemos crecido. Ha sido asesino, policía, contrabandista, ex boina verde y boxeador. Cuando dices “vamos a ver una de Stallone” piensas en las sagas de Rambo, Rocky o Los Mercenarios, en clásicos como Demolition Man o Juez Dredd. en peliculones como Tango & Cash o Cobra. Pero a la gente le cuesta acordarse de Óscar dentro de la filmografía de Stallone, de la misma manera que cuando asocian a Clint Eastwood con Los Puentes de Madison piensan que será otra película bélica.

Óscar (1991) es una comedia de gánsters que Stallone rodó entre medias de la infame Alto o mi madre dispara y la quinta entrega de Rocky, sacando a relucir todo su potencial como actor en este remake de la película del mismo nombre de 1967 interpretada por el cómico francés Louis de Funès. En ella, el capo de la mafia Angelo “Snaps” Provolone (Sylvester Stallone) intenta reformarse y ser honrado tras una promesa a su padre en el lecho de muerte en el Nueva York de la Gran Depresión (1931). Para ello intenta aprender modales, reformar a sus matones y asociarse con un banco en la búsqueda de “lo respetable”. Sin embargo, durante la mañana de su gran cambio comienzan a aparecer por su casa un sinfín de personajes que le complicarán sus buenos propósitos.

La película tiene formato de teatro, desarrollándose casi toda la acción en una casa y reafirmando así su condición de comedia de enredos, y con interpretaciones casi sobreactuadas por momentos que dan credibilidad al argumento. Un reparto simplemente magnífico entre el que se encuentran estupendos actores como Peter Riegert, Tim Curry, Vincent Spano, Marisa Tomei, Chazz Palminteri, Kirk Douglas, Don Ameche u Ornella Muti; y un guion soberbio que une gag tras gag con maestría en un despliegue de ingenio por parte del guionista Jim Mulholland y de estupenda dirección del lado de John Landis (The Bluies Brothers, El príncipe de Zamunda, Masters of Horror…) dando como resultado un vodevil en el que los líos de faldas, los maletines llenos de diferentes objetos y los gánsteres patosos recién reformados serán los protagonistas.

A día de hoy, donde es tan difícil encontrar comedias que no sean pasteladas encubiertas y cuentas con los dedos de las manos las buenas comedias (no sé, El Gran Hotel Budapest, La boda de mi mejor amiga, errr, esto cuesta) y tienes que recordar grandes obras como Con faldas y a lo loco, Uno, dos, tres o El padre de la novia para encontrar buen cine cómico de estilo similar, esta película, con la friolera de casi 30 años a sus espaldas y un envejecimiento estupendo que ya lo querría yo para mí, está ahí para recordarnos que las sorpresas existen: las comedias sencillas son las más efectivas y Stallone como capo mafioso está muy convincente.

Y a todo esto ayuda una banda sonora estupenda compuesta ni más ni menos que por Elmer Bernstein (Los siete magníficos, La Gran Evasión, Los diez mandamientos, Los cazafantasmas… y no sigo que me emociono), un decorado, fotografía y vestuario fantásticos (ah, el traje de cucama de Nora, aaahh, los vestidos de la bellísima Sofía, ains…los botines de todos XD) y una inmersión que no cesa ya que todos los personajes tienen su tiempo para desarrollar su personaje. Unos más que otros, por supuesto, pero ninguno se queda sin su momento de gloria.

Óscar es una película que no busca otra cosa que el entretenimiento. Es fácil de seguir, no resulta complicada, siendo perfecta para esas tardes en las que tu cabeza necesita evadirse. No me atrevería a recomendarla para todos los públicos, no por su contenido, que es totalmente blanco, sino por su ritmo y conversaciones frenéticas, no siendo esto un comentario peyorativo, pero sí un detalle a tener en cuenta para los más jóvenes. Quizás muchos notéis bastante cariño en mi análisis porque, efectivamente, se trata de una película familiar con la que yo crecí. Es diferente, es divertida, es hermosa de ver y ha generado en mí y en los que me rodean frases para la posteridad.