Si pones el calificativo “delicioso” a algo que no es comida, indudablemente estamos hablando de una película de Miyazaki. En este caso nos deleita con Ponyo en el acantilado (2008), la original historia de amistad y puro amor entre un pequeño pez rojo con poderes mágicos y un niño que vive en el faro del pueblo Acantilado. Cuando Sosuke rescata a Ponyo de entre la basura marítima, el singular pececito decide convertirse en humana para estar junto a él.
Al más puro estilo de obras como Mi vecino Totoro, Hayao Miyazaki vuelve a arrancarnos sonrisas con la candidez e inocencia que derrochan todos los personajes. En Ponyo en el Acantilado, igual que en muchas de sus obras, sus personajes son todo lo buenos o malos que ellos quieren ser. No hay obligación de ser buenos, y tampoco te los muestra como seres perfectos (por regla general son pícaros y testarudos) pero su sentido del deber y las normas que les dicta su corazón les hacen actuar de la mejor manera. Es por ello que valores como la amistad, el esfuerzo, y la confianza se muestran como los más importantes en sus películas. En este caso también, igual que por ejemplo en La princesa Mononoke se resalta la importancia de la naturaleza para el equilibrio del mundo y la supervivencia del ser humano.
Todos sabemos a estas alturas el gusto que Miyazaki siente por algunos elementos y siempre los repite en sus obras: la presencia de lo fantástico y su aceptación como algo natural, las niñas de lazos gigantes, los personajes y aparatos que vuelan, componentes oníricos y, por supuesto, protagonistas femeninos. Debe ser la primera vez que veo que Hayao contempla la posibilidad de un personaje masculino como protagonista. Es complicado dilucidar si realmente nos encontramos ante un protagonista femenino o masculino, dada la enorme importancia de ambos. De cualquier manera, sus personajes femeninos siguen encontrándose en la película de manera constante: las entrañables abuelas del asilo, la enérgica madre de Sosuke, Lisa, la amiga de Sosuke, la Diosa del Mar…todos ellos nos hacen reflexionar sobre la idea, en esta película posible, de que el hombre es bueno por naturaleza.
#PonyoEnElAcantilado nos hace creer que es posible que el hombre sea bueno por naturaleza. Clic para tuitearOs animo a que no os perdáis esta obra de arte de la animación tradicional japonesa. Su acabado técnico, su ritmo narrativo trepidante acompañado de una excelente y a veces épica banda sonora, obra de Joe Hisaishi, quién repite con Miyazaki; y la ternura que invade cada uno de sus fotogramas (os animo a ver la galería de fotos al final del artículo) lo hace un indispensable de cualquier filmoteca, especialmente de aquellos enamorados de la animación. Dada la sencillez de su argumento, unido a lo bien hilada que está la trama, padres e hijos podrán disfrutar de la gran aventura de la amistad entre Ponyo y Sosuke.
Nota: (9 / 10)
Datos curiosos: algunos de nuestros actores favoritos realizan el doblaje en inglés de muchos personajes de “Ponyo en el Acantilado“: Koichi el padre de Sosuke es Matt Damon, el hechicero Fujimoto es Liam Neeson, la abuela protagonista es Cate Blanchett, y Noah Cyrus da vida a Ponyo.