Ya nos ha quedado claro que los cómics son un filón a la hora de generar películas de superhéroes con más o menos gracia. Más, cuando se refiere a Marvel, menos cuando se refiere a DC. Luego tenemos algunas compañías o franquicias sacando otras tantas películas de fantasía o ciencia ficción y España, como no se ha querido quedar atrás, ha empezado a sacar ideas de sus tebeos más famosos con el fin de generar lo que no sé si llamar las películas de antihéroes, pero que sí podemos calificar de comedias.
Y es que no es ahora el momento de reflexionar sobre si la idea de Ibáñez, Ambrós, Canales, Mingote, Vázquez Gallego, Forges y tantos otros fue crear antihéroes de una manera tan clara como lo era hacer crítica social, pero cuando coges un personaje como Superlópez y lo arrastras a la gran pantalla el resultado va a tener aspecto de comedia lo quieras o no.
Después del relativo éxito de la película Anacleto: Agente Secreto (2015), personaje creado por Manuel Vázquez Gallego en 1965 y una suerte de parodia de James Bond, le llega el turno a Superlópez (2018), la parodia de Supermán y una de las creaciones más famosas del dibujante Jan (Juan López Fernández) allá por 1973.
La película narra los orígenes de Jo-Con-Él en su planeta Chitón y como, de manera muy similar a Supermán (Kal-El), es enviado a la Tierra. Ahí crece en el seno de una familia de granjeros de Lérida con el nombre de Juan López Fernández y oculta sus poderes al mundo hasta que, ya adulto y trabajando de contable en una oficina de Barcelona, decide salvar un tren que va a descarrilar, siendo entonces descubierto por la hija de Skorba, Ágata, enviada a la Tierra para secuestrarle.
Con este argumento, nos encontramos con una película de orígenes de superhéroes típica (pese a que en el cómic nunca se contaron los orígenes de Superlópez) en la que aprovechan para presentar a los personajes más famosos del tebeo y contar una historia simplona, entretenida y con algunos gags de tinte “para todos los públicos” que, sin entrar en la categoría de sobados, no aportan nada nuevo al género de la comedia. Una oportunidad perdida para una franquicia que podía aportar más, no sólo al mundo de la comedia, sino al género de los superhéroes, pero, como ya indicaba al principio, no pretende ser tanto un reflejo fiel de la historieta original tanto como hacer un homenaje al personaje de ficción, ofrecer una película resultona …y por supuesto sacar algo de pasta a costa de los nostálgicos.
Lo que sí que perdura un poquito es ese tinte de crítica social que quizás habría que llamar humor español, por el que somos capaces de reírnos de nosotros mismos y que tan bien refleja el personaje de Superlópez, interpretado por el actor y cómico Dani Rovira (Ocho apellidos vascos, su secuela, Ahora o nunca, 100 metros…), haciendo una buena pareja con Alexandra Jiménez en el papel de la cínica y temperamental Luisa Lanas con el que ya trabajó en 100 metros y a la que parece que le gusta ser la novia de los superhéroes, como ya demostró en Anacleto: Agente Secreto.
Julián López interpreta al amigo de Juan, Jaime González Lidenbrock y Maribel Verdú a la extraterrestre Ágata Müller en dos papeles sencillos, siendo el primero convincente y humorístico, y el segundo mediocre y algo sobreactuado. Dentro del contexto de la película, aunque algo decepcionante por no atreverse a ser más gamberra, el elenco de actores funciona y ofrece actuaciones e interactuaciones decentes. No obstante, viéndolos, le queda a uno la duda de lo que podría haber sido esta película si la hubiera dirigido algún director como Javier Fesser que, tras películas como El milagro de P. Tinto o los dos films de Mortadelo y Filemón, parece más preparado para afrontar una cinta de este tipo.
Pero su director ha sido Javier Ruiz Caldera (Spanish movie, 3 bodas de más, Anacleto: Agente Secreto) que, sin ser una mala opción, parece que no quiere echar toda la leña en el asador con el objetivo, quizás, de llegar a un público más acostumbrado a los guiones de Diego San José Castellano y Borja Cobeaga (Pagafantas, Ocho apellidos vascos, Ocho apellidos catalanes, Fe de etarras, Tenemos que hablar…) que a una adaptación de un tebeo clásico español del que todo el mundo ha oído hablar pero del que parece que nadie ha leído.
No cabe duda de que los guiños a un público friki o a sus propios recuerdos (porque no quiero decir plagios) están presentes durante la película y, si no, no tenemos más que fijarnos en el robot del final, que parece calcado del mecha de la Red Ribbon Army de Dragon Ball.
En definitiva, nos encontramos con una película entretenida, pero sin pretensiones, algo menos graciosa de lo que esperaríamos, pero lo suficientemente digna como para aprobar y con algo de nota. Es una lástima que no haya querido seguir los guiones locos y ácidos del tebeo porque ahora podríamos estar esperando con ganas esa secuela que, según nos adelanta el final de la película Superlópez (como si de Marvel se tratara) llegará, pero, por no arriesgar, se queda en una comedia de sobremesa para fans de los cómicos y actores del momento.
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