Uno de los problemas por los que los propios españoles son reticentes a ver las películas españolas es por el aura de dramatismo (y realismo, o fatalismo) que impregna todas las películas. Sí, nos diferenciamos de Hollywood en que nuestra especialidad no es salvar el mundo ni hablar de la Segunda Guerra Mundial, sino las comedias en las que nos solemos reír de nosotros mismos, y los dramas costumbristas. Truman (2015) pertenece a esta segunda clase.
Es una sencilla historia en la que Tomás (Javier Cámara) se entera de que su amigo Julián (Ricardo Darín) tiene un cáncer terminal. Viaja desde Canadá para estar con él en sus últimos momentos dado que Julián ha decidido no recibir quimioterapia ni tomar medicación que prolongue su vida, asumiendo como inevitable su muerte.
El tema del cáncer siempre es muy controvertido. Ya indiqué en esta otra reseña de otra película española sobre cáncer que es casi un tabú. No sabemos cómo actuar, no sabemos qué decir, no sabemos qué aconsejar. Y Truman viene para despacharnos esas dudas con una dignidad, un intimismo y una naturalidad que casi remueve por dentro.
#Truman trata hábilmente el tema del #cáncer, derrochando dignidad y naturalidad. Clic para tuitearEl problema es que a veces no sabemos cuándo parar. Por lo visto, si hay algo que dé más pena que alguien muriéndose, es un perro abandonado. Y Cesc Gay lo muestra muy bien en la peli. Porque se supone que el film va de cómo lo único que le importa a Julián es que su perro, Truman, se quede solo, y los cuatro días que Tomás pasa con él (premio para el que adivine cómo termina la peli) se los pasan buscando una familia de acogida.
El caso es que no es exactamente así. Por supuesto, es uno de los ejes importantes, pero la forma de despedirse que tiene Julián de todo lo que le rodea es otro de los apartados importantes. Pasa por encima de los tabús (hablar con los médicos, hablar con la funeraria, despedirse de la familia…) con una tranquilidad que todos aquellos que, desgraciadamente, hemos sufrido la pérdida de alguien por un cáncer, nos sentiremos identificados, y hasta aliviados.
Desde luego, este acercamiento a decir adiós sin que resulte lacrimógeno no habría sido posible sin dos actores de la talla de Darín y Cámara. La naturalidad con que ambos pasean su amistad en la pantalla, con humor negro, conversaciones intrascendentes, en fin, la vida misma, parece tan real que nos parecerá que, efectivamente, la historia ocurrió así. Lo mejor, sin duda, es precisamente este enfoque humano pero no desgarrador que hace que, pese a la dureza del tema de la película, no sea un “dramón”. Y desde luego, no todos se lo toman igual, Paula, la prima de Julián (Dolores Fonzi) es el contrapunto en esta película en la que alguien tiene que soltar un “joder” y emocionarse en exceso.
Para una vez que no tengo que decir: tíos, es otra película sobre cáncer, bien merece que se le dé una oportunidad. Tiene la valentía de afrontarlo desde un punto de vista muy digno y, aunque no es entretenida per sé, desde luego no es una comedia (¿WTF?) ni tiene grandes giros argumentales, y peca de ser demasiado intimista, no cabe duda de que cada uno llevamos la muerte de una manera diferente y ¿por qué no? Truman ha elegido la forma buenrrollista.
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