UNCHARTED: ¿la primera de una larga saga de blockbusters?

Me he pasado unos añitos confiando en que la primera película de la saga Uncharted (porque estamos de acuerdo en que va a haber más, ¿no es cierto?) estaría protagonizada por Nathan Fillion. Hasta él mismo acabó haciendo un vídeo en el que demostraba sus habilidades para encarnar al protagonista de Uncharted (2022), Nathan Drake, con muy divertidos resultados. No sé, comparte nombre, comparte inspiración, se basaron en él, creo que hasta con The Rookie aprovechó para ponerse en forma… Total, lo que tenemos finalmente es a un jovencito Tom Holland que augura a la compañía muchas películas del nuevo Indiana Jones de turno. ¿Cuáles son los resultados?

Para quien le importe un pimiento toda esta polémica que ha tenido a los fans de Nathan Fillion en vilo durante tanto tiempo (que es sólo la punta del iceberg de los problemas de desarrollo y producción que ha tenido el proyecto), pero sí les importe qué tal ha estado la adaptación de la famosa saga de videojuegos de Naughty Dog a la gran pantalla, os diré que en principio esta primera película tiene intención de servir como precuela de los videojuegos, narrando el origen de la amistad y colaboración de Victor Sullivan (Mark Wahlberg) y Nathan Drake (Tom Holland) mezclando algunas pinceladas del primer juego, pero sobre todo tomando hechos que acontecen en Uncharted 4: el desenlace del ladrón. Antonio Banderas y Tati Gabrielle aparecen como antagonistas y Sophia Taylor Ramseyer interpreta a una convincente Chloe Frazer.

No es que Uncharted fuera una saga llena de filosofía y trascendencia humana. No nos encontramos con una simplificación cutre como ocurrió con Ghost in the Shell por el simple motivo de que Uncharted ya estaba concebido como un juego de aventuras y plataformas, de acción en tercera persona que brilló por lo que ofrecía, pero que para nada tenía que ver con esos dilemas morales y éticos que, por ejemplo, sí puede tener Detroit Become Human o FarCry. En resumen, adaptar Uncharted era muy fácil.

Quizás por eso cuesta creer que los pocos misterios que tenía la saga Uncharted se hayan descartado en la película para ofrecer al espectador simple y puro entretenimiento palomitero facilón. Ha desaparecido la magia de los orígenes de los hermanos, la historia de Sir Francis, el destino de Sam… aquello que hacía que la búsqueda de un tesoro, o una huida, o una venganza, tuvieran sentido más allá de la mera película de aventuras.

¿Es esto malo? No, en absoluto, Uncharted es disfrutable a muchos niveles, pero sí es decepcionante. Algunas decisiones que ha tomado el guion de Art Marcum y Matt Holloway no podrán dar vuelta atrás y hacen que nos preguntemos qué de misterio podrá quedar para las siguientes entregas. Quizás por ello, sea mejor centrarse en los guiños que nos ofrece la película sobre momentos sacados (a veces casi calcados) de los videojuegos que se hacen verdaderamente espectaculares y en disfrutar de los momentos divertidos del film, que también los tiene.

Y sobre diversión sí que hay algo que decir. Tom Holland, ya protagonista de varias películas de éxito (casi todas relacionadas con su papel de Spider-Man/Peter Parker de Marvel), es entrañable y tierno; bastante lejos del caradura y divertido Nathan Drake que conocimos en los juegos. Es cierto que se le nota desenvuelto, como buen ladrón, cazarrecompensas y busca líos, pero carece por completo de la chispa que caracterizaba a su homólogo digital. Me gusta pensar que tanto él como Sully tienen que evolucionar y su carácter se irá formando cuanto más avance su relación y los peligros a los que se enfrenten, así que, por ahora, su actuación sólo me parece correcta.

Otro tanto me pasa con el resto de intérpretes. No puedo más que pensar en la palabra desaprovechado dado que el guion es bastante simple y la dirección de Ruben Fleischer ha resultado bastante anodina. Quizás es que pienso que una saga de videojuegos que prácticamente rozó la perfección (a los hechos, premios y cifras me remito) iba a dar para una película verdaderamente perfecta, pero es que a veces el entretenimiento simple, ese de no pensar y simplemente disfrutar, puede ser suficiente. Pero yo no soy así, y espero profundidad en los personajes, un cgi menos obvio, una trama sin agujeros, sangre cuando tiene que haber sangre (ah, qué mala es la clasificación para todas las edades), diálogos que aporten y esa punzada de nostalgia que me devuelva a 2007 con Uncharted: el tesoro de Drake. Y risas, muchas risas. Spoiler: adolece de todo ello.

¿Vais a sentiros decepcionados? Como se suele decir, aquellos que conozcan la historia original, la de los videojuegos, posiblemente sí. Los que no, que no se quejen, es un blockbuster veraniego entretenido en el que no empatizarás con los personajes, verás acción a raudales y muchas escenas cuasi imposibles al más puro estilo Misión Imposible. Por lo menos, Indiana Jones era comedida con sus piruetas en la acción que la hacían más divertida, loca y trepidante de lo que era. ¿Las comparaciones son odiosas? Bueno, amigos, quizás es que Uncharted tenía que haberse cuidado de resultar menos anodina.