Es el momento de Jordan Peele. Después de escribir, producir y dirigir su ópera prima Get out (Déjame salir) y conseguir con ella un éxito de taquilla y crítica, ahora nos presenta su segunda obra. Mientras sigue tomando como referencia a autores consolidados dentro del género, parece que el director logra ir definiendo poco a poco su estilo. ¿Ha logrado Us superar a su primer largometraje?
Los mundos de Jordan Peele.
Parece como si el bueno de Jordan quisiera hacer una declaración de intenciones ya en los primeros minutos de metraje. “Miradme, yo también sé hacer secuencias de apertura que se queden grabadas en vuestras retinas, como los grandes”. Y el caso es que no lo hace mal. En esta escena, aunque aún no seamos conscientes de ello, se nos va preparando para toda la simbología que está por venir (los conejos, los espejos, la protagonista reflejada en varias superficies…). Simbología que podemos escoger interpretar durante todo el metraje, u obviar si no estamos muy despiertos o sencillamente no estamos por la labor, convirtiéndose así el filme en una película de terror más convencional y por qué no, también disfrutable. Sin embargo, la película adquiere toda su dimensión si estamos dispuestos a hacer ese esfuerzo, y se hará más evidente conforme avance la película.
Ya en las escenas iniciales se establece por dónde va a discurrir el tono de la historia, buscando continuamente la complicidad del espectador. Gracias a las referencias ochenteras del prólogo o a las divertidas conversaciones a las que asistimos durante los primeros compases de la historia, el ritmo no decae nunca. Y es que, pese a que podamos enmarcarla dentro del género del terror, la película goza de un sentido del humor que lejos de desentonar, nos hace mantener el interés y permite identificarnos con los personajes. No en vano, Jordan Peele lleva muchos años en esto del humor, y aquí maneja sus claves con maestría.
También se ponen de manifiesto otras virtudes ya reconocibles del cineasta, como esa capacidad para generar incomodidad en situaciones aparentemente cotidianas. Valiéndose de sorprendentes planos, sonido ambiental y excepcional banda sonora, se nos induce una inquietud casi sin que nos demos cuenta, hasta que nuestros peores temores se confirman…
Poco más se puede desvelar del argumento sin caer en spoilers. La película entra de lleno (pero no se queda) en el subgénero del home invasion, con algo más que reminiscencias a Funny Games (aunque sin llegar a ser tan… puñetero y certero como Michael Haneke), o a The Purge (siendo ésta inferior a la película que nos ocupa). Y no son las únicas referencias (se trata siempre de tributos con gusto, nunca de burdas copias). La influencia de Hitchcock, por ejemplo, casi se puede palpar en cada escena, y por asociación, la de M. Night Shyamalan (incluyendo los característicos giros de guion con sorpresa final).
Los giritos
Es aquí donde tengo que ponerle el pero a la cinta. Es algo que quizá no le pase a todo el mundo, pero en mi caso, lo vi venir casi desde el principio (cosa que no me sucedió en su anterior película). Hay quién dirá que eso no importa si está bien ejecutado, o incluso que es intencionado, pero en mi opinión, le resta algo de emoción. Resulta algo obvio y predecible.
Decir que, de la misma manera que en su anterior trabajo, a Jordan le gusta dejar para más adelante el origen de los enigmáticos sucesos que nos enseña. Cuando se desvela este origen, siempre se corre el riesgo de resultar poco creíble. El cineasta suele flaquear en este apartado, y requiere de cierta indulgencia por parte del espectador para que la película funcione. Si en Get out, lo fascinante y perturbador de la propuesta nos ayudaba a dar ese salto, aquí nos tenemos que agarrar a la extraordinaria actuación de Lupita Nyong’o. Y no cuesta nada.
Y que esto no dé lugar a equívocos. El resto de actores están impecables, especialmente Winston Duke en su papel de padre y marido jovial de buen corazón, pero también Evan Alex y Shahadi Wright Joseph como hijo menor e hija mayor respectivamente. Pero es que lo de Lupita Nyong’o es otro nivel: sólo con su interpretación consigue sostener la película en ciertos momentos, y lo que podría resultar ridículo o demasiado extraño en manos de otra, aquí nos produce verdaderos escalofríos. Bravo.
La banda sonora es reseñable, en ocasiones cautivadora. De hecho, Michael Abels, estuvo más que inspirado cuando compuso los dos motivos principales, que podemos escuchar en Anthem (utilizada en la secuencia inicial) y Pas de Deux. El resto de melodías destacan cuando tienen que hacerlo, y cumplen el cometido de acompañar lo que vemos, lo que ya es mucho decir para los tiempos que corren…
Conclusión
Us, el segundo trabajo de dirección de Jordan Peele, es genial, muy recomendable y se queda sólo ligeramente por debajo de su ópera prima. Además de ser una buena película de terror, subyace un mensaje de denuncia social, una crítica a la sociedad hábil y acertada para el que esté dispuesto a leer entre líneas. ¡Y sus chistes funcionan!
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