Esta es una de las pelis que te atrapan por el trailer promocional y no salí decepcionado, como sí me ha pasado con muchas otras este año, aunque sólo sea porque Whiplash me ha dado más segundos de pantalla de J.K.Simmons de lo que nos tiene acostumbrados (suele hacer papeles como actor secundario y doblador).
La historia es muy sencilla y poco novedosa. Andrew (Miles Teller – futuro profesor Reed Richards en la nueva película de Los Cuatro Fantásticos – ) es un prometedor batería de jazz que consigue meterse en uno de los más estrictos conservatorios, donde será instruido por el duro profesor Fletcher (el mencionado J.K.Simmons), que defiende que se enseña mejor siendo un cabrón que siendo blando.
El argumento puede parecer que no destaca, y de hecho sólo brilla hasta cierto punto pues el desarrollo no se rompe la cabeza; hablamos de la relación entre dos personajes, algo así como un bromance (amor entre “bros” – hermanos, en jerga – ) con amor-odio.
Así, la fuerza de la cinta reside en J.K.Simmons exprimiendo al máximo el potencial de cada alumno, donde los límites de las emociones, para él, sólo interfieren y estorban en el camino a la excelencia; y en Andrew, el alumno conflictivo, con el que establece ese duelo de reacciones, es donde acaba descargando toda su mala leche como profe. El chaval se encuentra contra la pared en su formación, que aplasta ya abarcando todos los ámbitos de su vida. Es un torrente de emociones y escenarios donde no llegamos a saber cuál es el verdadero papel de Fletcher, si realmente se cree sus duros argumentos o sólo pretende conseguir un bien mayor a costa de sacrificarse él mismo como persona.
Sí, hablo mucho de Teller y Simmons básicamente porque Whiplash es una película donde la verdadera tensión se encuentra en este dúo. Por ello, el casting es un acierto (hombre, sólo tenían que acertar en dos, y así lo han hecho, el resto son relleno para hacer…un poco más de ruido), y como la química entre ambos está bien, pues el resto está bien construido.
No obstante, la sorpresa es Paul Reiser, que interpreta al padre de Andrew y al que se le nota que está deseando usar las baquetas para romperle la crisma al engreído profe. Seguramente le recordéis por ser el agente Weiland en Aliens (1986).
Me considero alguien bastante cateto respecto a la música jazz (cosa que me gustaría cambiar), seguir los caminos de un estilo que ha llegado a mis oídos por cultura popular es como seguir los astros. Es bello, basto, y me puedo perder siguiendo las migas de pan. Todo ello no implica que alguien ajeno se pueda perder. Para nada, Whiplash es una película instructiva, que no precisa de conocimientos previos del jazz.
Aún así, la película necesitó ganar el Premio del Jurado en el Festival de Sundance en el 2013 para que pudiera conseguir el presupuesto suficiente para cambiar su estatus de corto al de largometraje. En ambos con la presencia de J.K.Simmons y dirigida y guionizada por Damien Chazelle (sí, ese que guionizó en 2013 Gran Piano).
Es una buena película, lamentablemente quiere entrar en la caterva de Premio a Mejor Película con el resto de los dramones cuando Whiplash es más del tipo “Oscar por lección vital cabrona” o, abreviado, “Oscar por verdad incómoda/incorrecta”. Por lo menos, se desmarca del espectro de grises en ese paisaje monocromático y nos ofrece un huracán de emociones extremas y recuerdos de cuando los profesores te puteaban. En ese sentido, y con las emociones encontradas a flor de piel, esta cinta soporta mejor que otras sus nominaciones en los Oscars 2015 a Mejor Actor Secundario, Mejor Guión Adaptado, Mejor Sonido, Mejor Edición, y Mejor Película.
Un comentario
Pingback: BLUE GIANT: una declaración de amor al jazz. - Generación Friki