Creo que devoré Arcane (2021) el mismo día que salió. Entera. Y de mi boca salió la misma pregunta que después he leído o escuchado a decenas: ¿cómo puede ser que de un producto tan mediocre como es el League of Legends haya salido una serie tan buena como Arcane?
No tengo la respuesta a esta pregunta, pero tanto los fans como los detractores del LoL podemos estar seguros de una cosa; no hace falta conocer ni el juego ni el universo para disfrutar de Arcane como uno de los mejores productos de animación de los últimos tiempos y sí, a todos los niveles.
La primera temporada se desarrolla en la ciudad de Piltover, donde los habitantes de Zaun, el mundo subterráneo, sobreviven como pueden mientras arriba, en la superficie, la sociedad elitista y científica alienta las desigualdades mediante la exclusión y el ejército. En medio de la búsqueda de poder, la supervivencia y los traumas que impiden avanzar a los diferentes personajes, las hermanas Vi y Jinx sólo desean estar juntas. Una serie que, sin olvidar a los secundarios, ahonda en las complicadas relaciones de familia y en los estragos de la guerra.
La irrupción de Arcane en la historia de la televisión (no de la animación, de las series en general) es un golpe sobre la mesa de tal calibre que posiblemente replanteará las opiniones de todos aquellos para los que la animación sólo son dibujitos para niños como si vivieran todavía en una época pre-Simpson. Es más, posiblemente cambiará el concepto que se tenía de los videojuegos, porque tú y yo sabemos que hace muchísimo que no se limitan a ofrecer acción a cholón, sino que detrás de cada personaje hay un trasfondo y motivaciones dignas de estudio, pero la gente que sigue considerando este ocio como nocivo para la salud y nicho sólo para frikis e inadaptados igual, por fin (sí, por fin), empiece a verlo con otros ojos.
¿Exagerada? Comencemos.
Las obras maestras se caracterizan porque enseñan algo y, en este caso, sacarán de la zona de confort a toda esa gente para la que el anime o la animación tiene esas connotaciones tan negativas que comentaba en el párrafo anterior. Arcane no tenía necesidad de ser tan buena, su producto podía haber sido un fanservice barato que gustara a los jugadores y diera en la nostalgia a los exjugadores. Pero Arcane decide innovar y sorprender con algo diferente y arriesgado cuando no era necesario y eso, queridos lectores, es RESPETO por el jugador de League of Legends.
Por supuesto, siempre hay intereses marketinianos detrás. Arcane es una declaración de intenciones a sus competidores (no sólo del mundo de los videojuegos, también de la televisión, ¿cuántas producciones mediocres se televisan continuamente sin aportarnos nada? En serio, ¿qué aporta realmente Bob Esponja?), una forma de decir: puedo hacer un juego que guste, pero puedo meterme en vuestro mundo, vuestro sancta sanctorum, y hacerlo mejor.
Detallismo y Color
En Arcane hay un amor por lo audiovisual traducido en escenas que continuamente cuentan cosas, haciendo que no sólo el guion (que ya hablaré del guion) sea el que nos cuente la historia, sino que cada plano tenga una profundidad como pocas series de animación se han atrevido a transmitirnos (y seamos honestos, tampoco consideraron que fuera necesario, pero ya he hablado de los objetivos de marketing de Riot Games que la han convertido en el monstruo audiovisual que ha resultado Arcane).
Todo en Arcane quiere transmitirte la sensación de ser diferente y único. Ello lleva a una intencionalidad narrativa en la que cada plano y sus colores, cada escenario, te habla de la situación que se está viviendo más allá de la evidencia que mostraba (por poner un ejemplo) Pesadilla antes de Navidad, con una evidentemente oscura ciudad de Halloween, frente a una blanca, luminosa y destelleante ciudad de la Navidad. Arcane no es tan evidente, juega con los matices, los grises, con sus composiciones por contraste, con el uso de una compleja paleta de colores y una conexión entre los planos enfatizada en el montaje que te habla por sí misma de cómo vive cada personaje de Arcane.
Y este detallismo se termina de plasmar en una banda sonora que ya conocemos, con la inclusión de temas, algunos compuestos por Imagine Dragons y exclusivos para la serie que te ponen los pelos de punta.
Ya me tenías con el guion
Yo soy una persona a la que conquistas por el guion. Puedo ir a un teatro que carezca de atrezzo, escenarios o vestuario y alucinar sólo por el texto. Siempre voy a fijarme en la interpretación, necesaria para que ese texto cobre vida tal y como el autor lo imaginó en su mente, pero dado que pertenezco a los amantes de la palabra escrita, si simplemente Arcane hubiera sido un libro, me hubiera cautivado con su narrativa.
La primera temporada de Arcane está dividida en dos partes, una que nos hace creer que estamos ante una obra juvenil (más cercana al juego League of Legends) con temas que nos hacen creer que nos encontraremos ante dos hermanas separadas y un maestro al que amaremos durante toda la serie; y otra parte en la que descubrimos que estamos ante una obra adulta y, por lo tanto, amarga, compleja y oscura en la que la guerra, la política, los problemas sociales y raciales, el clasismo, las drogas y otros tantos temas, se ponen con frialdad sobre la mesa, mientras ves cómo la hipocresía se convierte en una cualidad no tanto innata de los personajes, como aprendida.
Una serie llena de dolor que continuamente se te transmite a través de secuencias de impotencia, venganza y muerte. Un dolor totalmente necesario para recordar al espectador que todos los personajes son humanos y sus decisiones son difíciles sea cual sea su posición social o estatus. No pretendo entrar en la dualidad evidente que resulta de la creación de dos mundos, ricos y pobres, doctos e ignorantes, democracia frente anarquía, viejos contra jóvenes, paz o guerra… es extremadamente evidente, por poner quizás alguna pega a la serie, que el conflicto se crea ante todo por la dualidad de los dos mundos. Esto no quiere decir que exista un Bien y un Mal tal y como se entendía desde la simplicidad de antaño; lo arriesgado, lo valiente es coger un personaje y meterle gris a machete, pero Arcane difumina esta dualidad tan obvia haciendo que no podamos ver a Piltover como los malos y a Zaun como los buenos.
Estoy encantada de que Riot Games haya decidido apostar por Arcane, un producto casi redondo que esperemos nos traiga una segunda temporada igual de buena, hecha con tanto mimo y pasión.
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