HOUSE OF THE DRAGON T1x01: Los herederos del dragón.

Sin rodeos, vamos a por la pregunta esencial: ¿Ha cumplido House of the dragon con las expectativas que recaen sobre ella?

El realizador anglo-argentino Miguel Sapochnik (responsable de la dirección de La batalla de los bastardos y Las campanas, entre otros episodios de Game of thrones) vuelve a la casa de HBO, que le dio fama y fortuna. Retorna, además, con los galones de showrunner, de modo que la historia en conjunto, el acabado final de la totalidad de los guiones, las directrices visuales del show así como la supervisión del departamento de producción quedan en sus manos.

Es la primera vez que Sapochnik se enfrenta a un encargo semejante, y por ello resulta todavía más sorprendente que salga tan bien parado. La puesta en escena (Sapochnik también dirige el primer episodio, algo bastante inusual dentro del gremio de showrunners, quienes prefieren delegar esta tarea a un realizador experimentado pero situado en un escalafón más bajo de la jerarquía) es excelente: elegante, evocadora, austera.

La fotografía del DOP Fabian Wagner (mano derecha de Sapochnik) alterna con sabiduría la suntuosidad y la aspereza. Ramin Djawadi se hace cargo de la banda sonora del show. Toca los mismos acordes, pero la composición sigue siendo excelente.

¿Ha cumplido House of the dragon con las expectativas que recaen sobre ella?

Si hay un aspecto en el que House of the dragon puede superar a Game of thrones es el interpretativo. Mientras que el reparto de Game of thrones estaba formado en gran medida por niños sin experiencia actoral, House of the dragon cuenta en su reparto con algunos pesos pesados.

Paddy Considine (protagonista de Dead man´s shoes y director de Tyrannosaur; dos cintas muy recomendables acerca de las miserias de las clases bajas británicas) interpreta a Viserys Targaryen, un monarca que fluctúa entre la debilidad y el pragmatismo despiadado. En este sentido, resulta inolvidable la escena del parto de la reina Aemma.

Matt Smith es lo más parecido que tiene Gran Bretaña a una superestrella. Smith es un actor versátil, capaz de captar la inocencia del Doctor Who, la nobleza del Duque de Edimburgo, la perfidia en Last Night in Soho o la estupidez en Morbius. Es la elección perfecta para encarnar a un villano tan volátil y lleno de matices como Daemon Targaryen.

Sin embargo, y para sorpresa del respetable, es Milliy Alcock (Rhaenyra Targaryen) quien se gana todo los laureles interpretativos con una construcción llena de fuerza. Es la primera producción de Alcock fuera de su Australia natal, lo que convierte su proeza actoral en un hito impresionante. Todo apunta a que nos encontramos frente a una nueva Daenerys Targaryen.

Por supuesto, la base fundamental de House of the dragon (así como en Game of thrones y en casi cualquier show de HBO) es el guion.

George R.R. Martin (escritor de Canción de fuego y hielo y de Fuego y Sangre, libro en el que se basa este nuevo show) figura como creador junto a Ryan Condal (Hércules, Colony), cabeza de los guionistas de la serie y co-showrunner junto a Sapochnik.

House of the dragon quizás peca de ser más de lo mismo.

En líneas generales, resulta un acierto volver a las intrigas palaciegas y las metáforas políticas de los primeros tiempos de Game of thrones.

Pero uno no puede evitar pensar que este delicioso postre no deja de ser el chocolate de siempre. Otras historias (la Larga Noche original, la caída de Valyria, la conquista de Aegon) habrían tenido un sabor muy diferente.

Hablando de Aegon, no entraré en detalles sobre la profecía del final del episodio. Solo diré que es un añadido que no está presente en Fuego y Sangre, y que puede cambiar (para bien o para mal) nuestra percepción de Poniente y de la obra de Martin. Un juego peligroso al que jugar, en el que ganas o mueres.

En conclusión, todavía es pronto para juzgar. Pero los motivos para la esperanza son más fuertes que la suma de nuestros temores.

Sea como sea, House of the dragon ha sido el mayor estreno de la historia de HBO. El primer episodio de Game of Thrones sólo fue visto en su estreno por dos millones de espectadores. Con esta sencilla comparación, podemos constatar dos cosas: el mundo de George R.R. Martin ha cambiado el paradigma y tenemos dragones para rato.