JUEGO DE TRONOS T4 RETROSPECTIVA: Mi guardia ha terminado.

En 2011, George R.R.Martin publicó Danza de Dragones. El mismo año, Patrick Rothfuss publicó El temor de un hombre sabio. En 2015, Brandon Sanderson publicó Palabras radiantes. Joe Abercrombie publicó Los héroes en 2011. Con estos datos, es difícil negar que aquellos fueron años dorados para el fantástico.

En 2014, HBO estrenó la cuarta temporada de Juego de Tronos. Y aquí alcanzamos el zenit de esta edad de oro. Esta cuarta temporada se vertebra en torno a un personaje muy particular: Tyrion Lannister. Y escribo particular porque Tyrion cuenta con la unánime simpatía de los espectadores, sin ser un personaje positivo. Es un (medio-)hombre inteligente, íntegro, sagaz, amable con los desheredados y marginados…y esencialmente malvado. ¿Cómo es esto posible?

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Tyrion vertebra esta cuarta temporada.

Tyrion (como Magneto, Darth Vader o Griffith) representa el clásico arquetipo de “villano equivocado por los motivos correctos”, aunque la ficción de Benioff y Weiss se empeñe en decirnos lo contrario.

El motor de Tyrion es la necesidad primaria de complacer a su familia, una familia que (a excepción de su hermano Jamie) le desprecia casi tanto como él los desprecia a ellos. La necesidad de reconocimiento es su hamartia, como quedará claro en un brillante momento de la octava temporada. La hamartia de Tyrion desencadenará el fin de los Lannister en una temporada que funciona como ecuador de la serie, pero que bien podría ser su final.

El crepúsculo de la familia más rica de Poniente se administra mediante una serie de cliffhangers de infarto: una cima narrativa donde juega un papel muy importante la familia Martell de Dorne (una región similar a nuestra Andalucía tardomedieval; de hecho las escenas ambientadas en los Jardines del Agua de Dorne se rodaron en el Real Alcázar de Sevilla), así como el carismático Oberyn Martell (Pedro Pascal).

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Dorne

El ocaso de los Lannister, villanos que han alcanzado la cima gracias al asesinato y la traición, remite al proto-nihilismo de Ricardo III y Macbeth, así como la escatología de Tito Andrónico. Impagable esa muerte de Tywin Lannister (Charles Dance) que, me repito, podría (y ojalá hubiera sido) el colofón de la serie.

Pero quedaban muchas tramas y argumentos que cerrar. Y es a partir de este punto donde la sala de guionistas de HBO empieza a distanciarse de los libros. En parte por la peculiar estructura de Festín de cuervos y Danza de dragones.

En parte, por no diluir el impacto mediático de la Boda Roja. Si en los libros, Cat Stark resucita como Lady Corazón de Piedra y se une a la Hermandad sin Estandartes, en la serie el personaje de Michelle Fairley se queda muerto y bien muerto.

Por otro lado, la trama de Daenerys Targaryen comienza a mostrar síntomas de agotamiento y desgaste. El personaje de Emilia Clarke perfila una personalidad tópica, precisamente en un momento en el que la Khaleesi se convierte en un icono cultural. Esto último acabaría jugando en contra de los responsables de la serie, y se convertiría en el motor de la ira del fandom en el supuesto “desastre” de las dos últimas temporadas.

La trama de Daenerys comienza a mostrar síntomas de agotamiento.

Pero volveremos sobre ello más adelante. En lo relativo a las tramas de Essos, la producción experimentó problemas muy sonados: por los consabidos “problemas personales” Ed Skrein fue sustituido por Michiel Huisman como intérprete de Daario Naharis.

Mientras tanto, en el Muro, Jon Nieve (Kit Harington) intenta hermanar a la Guardia de la Noche con el ejército de Mance Ryder (Ciarán Hinds), el rey más allá del Muro. Por supuesto, las cosas no saldrán como espera. Los salvajes atacan el muro mientras los hermanos juramentados de Jon se desmandan y nuestro héroe experimenta por vez primera la dura lección que la historia tiene preparada para él: el amor es la muerte del deber.

Las batallas del Torreón de Craster (4×06) y el Castillo Negro (4×09) rayan a gran altura en cuanto a espectacularidad y épica se refiere, muy cerca de la mítica batalla del Aguasnegras (2×09). Curiosamente, a pesar del buen hacer del realizador Neil Marshall, a partir de estos capítulos HBO decidió contar con Miguel Sapochnik para dirigir los episodios centrados en batallas.

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La batalla del Castillo Negro.

Las tramas de Theon (en el Norte) y Arya (en las Tierras de los Ríos) también regalan momentos memorables al respetable.

El rescate fallido de un Theon (Alfie Allen) completamente roto simplemente parte el corazón, y la brutal pelea cuerpo a cuerpo entre Brienne y El Perro (cada uno de ellos protector, a su manera, de Arya) cierra de manera inmejorable una temporada plagada de enfrentamientos para el recuerdo (Oberyn contra La Montaña, la Guardia de la Noche contra los renegados, la Guardia de la Noche contra los salvajes, Brienne contra El Perro).

Al comienzo de este artículo mencionaba que esta tanda de capítulos se vertebra en torno a la figura de Tyrion. Resulta muy revelador que el arco dramático del personaje de Peter Dinklage tenga sus puntos de quiebre en dos discursos públicos: Tyrion Lannister es definido y se define a sí mismo por la tensión entre la apariencia pública y la realidad privada.

Los dos discursos de Tyrion Lannister.

Resulta interesante comparar el discurso de la Batalla del Aguasnegras (2×09) y el discurso del juicio (4×06). Si en el Aguasnegras, Tyrion se dirige a una audiencia compuesta por soldados, en su juicio su audiencia se compone de nobles y cortesanos: sangre y barro, mentiras y opulencia. Si en el Aguasnegras el objetivo de Tyrion es salvar Desembarco del Rey, en el juicio es salvarse a sí mismo.

En el juicio, Tyrion desprecia a aquellos a los que salvó en el Aguasnegras; y si la heroicidad en la batalla únicamente le consiguió mas ignominia, sólo convirtiéndose en el monstruo que dicen que es (de hecho, el mayor de todos: el parricida) puede Tyrion ser libre.

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Juego de Tronos T4

9.7

NOTA

9.7/10

Destaca en:

  • Esta temporada roza la perfección.

Podría mejorar:

  • La trama de Daenerys se hace un tanto pesada.

About Pablo Menéndez

Pablo Menéndez (Madrid, 1997) es guionista y novelista. Ha trabajado, en guion y producción, para empresas como Sony, El Corte Inglés o ATM. Como novelista ha publicado Otro mundo azul (Imagica, 2020) y La Realeza (Imagica, 2021), entre otras obras. Sigue escribiendo a diario. Opina que la mejor generación de juegos de la historia es la de PS3. Discutirá con quién sea sobre lo que sea en cualquier momento.

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