Si no fuera absolutamente cierto, tendría que ofenderme de que la frase más repetida con respecto a esta serie fuera “por fin, una serie española de calidad”. Sin embargo, para ser justos sí que hay que matizar que La casa de papel, aunque no es la primera serie española realmente buena que veo, sí que es de las más interesantes y completas, dejando en un segundo puesto a la fascinante El Ministerio del Tiempo.
Una vez que hemos establecido que sí, que lo habitual no es encontrarnos series de este calibre y que sí, que estamos ante algo inaudito puesto que es la serie de habla no inglesa más vista del mundo en Netflix a día de hoy (producida por Atresmedia, por cierto), podemos centrarnos en analizar cuáles son las claves que han encandilado tanto a crítica como a público, en pro de seguir apostando por el producto nacional, pero también porque, si algo es bueno, ¿por qué no intentar seguir por ese camino?
La casa de papel, una serie limitada que fue dividida en dos temporadas que cierran estupendamente la trama (y de ahí mi enojo por la emisión de una tercera, que sólo viene a exprimir la ubre) narra la historia de un atraco a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre en Madrid por parte de un misterioso personaje llamado “El Profesor” (Álvaro Morte) y ocho compinches que no se conocen entre sí y que nada tienen que perder. Este atraco multimillonario requiere un secuestro masivo y 11 días recluidos en la Fábrica. Mientras, fuera, la inspectora Raquel Murillo (Itziar Ituño) dirige las fuerzas de élite de la policía con el fin de rescatar a los 67 rehenes y detener a los atracadores.
La mayoría de las películas (porque suelen ser películas) sobre atracos y secuestros que he visto se centran sobre todo en el operativo y crean personajes estereotipados con algo de carisma para que hagan que la trama enganche. El atractivo pues suele residir en esos golpes de efecto cuando descubres cómo han realizado el robo, así como en algún giro argumental para que la película no quede plana del todo.
Los rehenes no son meros espectadores en esta serie.
En La casa de papel no sólo dan un giro de tuerca a los típicos planes de ladrocinio, elevándolos hasta planes magistrales, sino que cada dos por tres nos causan sorpresa por las decisiones que toman, basadas no sólo en el alto conocimiento de los protocolos de actuación de la policía, de la Fábrica y los necesarios para cometer un robo (falsificación, informática, etc) sino en un conocimiento si no superior, por lo menos tan importante, como es la comprensión del ser humano a nivel emocional y psicológico.
Y es el aspecto psicológico el más desarrollado en esta serie y lo que hace que realmente nos emocione y enganche. Sí, nos desesperamos cuando vemos a los personajes tomar decisiones que consideramos erradas o cuando actúan impulsivamente, pero aparte de por exigencias del guion, que necesita que la trama avance tanto a favor de un bando como del otro, La casa de papel quiere posicionarse como una serie muy humana, y hace gala de ello a través de decisiones y actos impetuosos y/o a menudo irracionales.
Por supuesto, de nada sirve dotar a una serie de personajes interesantes si las actuaciones no van a la par. Para ello, se ha escogido a un elenco de actores, algunos consagrados y otros emergentes, que dan a los personajes las justas dosis de mundanidad y glamour, lo primero para hacerlos más reales, lo segundo para fascinarnos.
Y lo importante no es sólo las buenas actuaciones, sino la química que se genera entre personajes tan distintos como pueden ser el pragmático y sociópata Berlín (Pedro Alonso) y la entusiasta y empática Nairobi (Alba Flores), entre el inocente Río (Miguel Herrán) y la tóxica Tokio (Úrsula Corberó), entre la culta Mónica Gaztambide (Esther Acebo) y el rudo Denver (Jaime Lorente). El equipo de secuestradores no es inusual por sus motivaciones o por su origen, como suele ser habitual, sino por sus personalidades, que de primeras parecen tan inapropiadas para un trabajo de este tipo que algunas veces nos llegan a parecer estúpidos.
Las tensiones entre la estúpida raza humana desembocan en esto:
No obstante, una de las perlas que nos ofrece esta serie (y que, por otro lado, no podría ofrecer una película por falta de tiempo) es el desarrollo de las subtramas no sólo entre los nueve miembros golpistas, sino entre los rehenes (destacando a Enrique Arce como el Arturo, el director), las fuerzas del orden y cómo todo se entremezcla. A esto ayuda también la voz en off de la narradora, Tokio, así como los bien elegidos flash-backs sobre la preparación del atraco que aprovechan además para proporcionarnos más detalles sobre el pasado de los ladrones.
Habrá quienes tanta interacción entre personajes le parezca más propia de series de instituto o series costumbristas, pero muchas veces olvidamos que la vida humana está llena de tópicos y conversaciones insustanciales y que precisamente un encierro de 11 días (más 5 meses de preparación con las mismas 8 personas) genera relaciones personales con sus consecuentes devaneos amorosos, diálogos de taberna, peleas tontas para aliviar tensión y meteduras de pata al más puro estilo Pepe Viyuela.
Así, La casa de papel se perfila como un thriller con una factura técnica intachable, un equipo interpretativo sobresaliente y, sorprendentemente, una mezcla de acción y suspense no reñida con algo de por una vez no explícito sexo continuo y algunas relaciones amorosas; unas bien traídas, otras algo más forzadas.
Álex Pina, su guionista, posiblemente imaginó una serie que pudiera ser humana sin renunciar a ser seria, y encontró el equilibrio en un guion complejo (aunque a veces algo fantasioso), una dirección refinada, una banda sonora que destaca con ese inconfundible Bella Ciao y en la inclusión de rasgos de carácter muy españoles porque, al final, ¿quién puede tirar la primera piedra de que no mezcla trabajo y amor?
La casa de papel
Destaca en:
- Las interpretaciones de todos los personajes, destacando las de Itziar Ituño, Pedro Alonso y Álvaro Morte
- Factura técnica estupenda
- Guion complejo e ideas originales
Podría mejorar:
- La justificación del robo, que no hará que empatices con la causa al 100%
- Si no entiendes que el ser humano suele cometer idioteces, te exasperarás con los personajes, que meten la pata cada dos por tres.
- Las heridas de bala no se curan tan rápido, ojo.
- Entiendo que las exigencias del guion les hagan ir a cara descubierta delante de los rehenes que, si no, son dos temporadas enteras sin ver un geto, pero resta credibilidad.
Un comentario
Pingback: LA CASA DE PAPEL (T4): traspasa la ficción para convertirse en un símbolo. -