Cuando analicé la T1 (primera y segunda parte) de La casa de papel comenté que, si algo es bueno, ¿por qué no intentar seguir por ese camino? Tal y como cerraba la serie me costaba creer que pudiera resultar buena idea hacer una tercera parte (y cuarta, y quinta, porque vuelve a ser una temporada dividida, esta vez en tres partes) porque cualquier premisa con la que partiera la nueva temporada iba a resultar pilladísima por los pelos, y así ha sido.
Realmente, a la mayoría de la gente no le importará qué excusa elijan siempre que tengan la oportunidad de volver a ver a sus personajes favoritos; es lo que solemos llamar fanservice y a veces es del bueno, y a veces es del malo. Pocas series y películas se resisten a seguir sacando pasta decidiendo dejar la grabación donde se quedó y se guardan un as en la manga por si aquello vende y se puede seguir exprimiendo la ubre de la vaca.
Y con La casa de papel han hecho lo único que podían hacer: que alguno de los personajes la cagara y la policía le encontrase. Así, volviendo a ser Tokio (Úrsula Corberó) quien mete la pata, Río (Miguel Herrán) acaba atrapado por la policía, donde es sometido durante meses a tortura continua. Esta es la excusa para reunir de nuevo a la banda que, sin entrar en spoilers, tiene nuevos integrantes, entre los que destacan Palermo (Rodrigo de la Serna), Bogotá (Hovik Keuchkerian) y Marsella (Luka Peros), que, junto con sus compañeros, serán perseguidos por los de siempre y por algunos nuevos fichajes: los carismáticos Alicia Sierra (Najwa Nimri), la inspectora que les dará caza, y el Coronel Luis Tamayo (Fernando Cayo), de inteligencia.
Es más de lo mismo…que es justo lo que la gente pide.
Y los unos por los otros, la tercera temporada de La casa de papel se siente muy continuista con lo que ya vimos. No lo digo en un sentido peyorativo ya que, aquellos que disfrutaron con la primera y segunda parte, sin duda disfrutarán de esta temporada, dado que mantiene el mismo estilo, ritmo, giros de guion, tramas, subtramas, personajes y gran puesta en escena (se nota que Netflix ha sacado la cartera) que las primeras temporadas, añadiéndole quizás un poco más de acción de la peligrosa. Incluso el atraco, pero esta vez a las reservas de oro del Banco de España, casi nada.
Sigue recordando a algunos shonen en su forma de estructurar la historia y dosificar sus clímax, lo que la hace muy divertida y realza su puesta en escena. Los personajes, con ese toque caricaturesco propio del anime, siguen enganchándonos, de tal forma que los blancos y negros se diluyen para crear personajes grises que, como buenos seres humanos que somos, nos gustan por ser más cercanos a la realidad.
Eso no quita como para que Tokio, la en teoría protagonista, sea el personaje que menos me gusta, pese a que su compleja personalidad, cercana al tipo de personaje neutral-caótico, haga su toma de decisiones lógica. Es inevitable pensar que la mayoría de los problemas están causados por su carácter, del mismo modo que es forzoso, por igual motivo, que sea ella el desencadenante de “todos” los problemas.
No obstante, la serie se guarda, a través del mismo sistema de flashbacks usados en las dos anteriores temporadas, justificaciones más allá de Tokio para excusar las meteduras de pata, lo que distancia a La casa de papel de películas de robos y atracos armoniosos como eran, por ejemplo, las de la saga Ocean Eleven, donde nada se torcía.
Otro de los aciertos de la serie es su capacidad para saltar de tema en tema, haciendo que nadie se aburra con una sola trama. En cierta manera te da la sensación de que pasan de puntillas por temas importantes, dándoles sólo unos minutos de protagonismo, pero lo cierto es que la gracia de La casa de papel es precisamente su habilidad para dar las dosis adecuadas de cada cosa.
Para aquellos que no gusten de este sistema de mini dosis argumentales, tranquilizarles diciéndoles que la parte psicológica de la serie sigue destacando, no sólo a nivel de negociación atracadores-policía, sino que ahondan un poco más en cada personaje (sobre todo Alba Flores, que encarna a Nairobi, y Darko Peric, que interpreta a Helsinki), a veces a ritmo de Bella Ciao, otras veces sacando a la familia olvidada o escondida, y otras veces jugando con las simpatías que su causa ha despertado en la sociedad española (o mundial). Lo verdaderamente importante es que esa sensación de unidad, de trabajo en equipo, sigue estando ahí, con sus trifulcas y devaneos, como si de una gran familia se tratase.
Detalles y reflexiones
Destacar la presencia de esas mujeres de gran fuerza en la serie. Ya en la primera parte me pareció que la serie estaba muy equilibrada en lo que a la vida real se refiere, presentando las miserias y fortalezas del ser humano a través de cada personaje, los machismos y desigualdades, las valentías y temeridades. Si Tokio representa el egoísmo, el caos y el uso de la sexualidad para su propio beneficio, Nairobi representa el feminismo del s.XXI, el respeto por los demás y por una misma, la fortaleza de ser quien es y mostrar sus sentimientos, y las características de una verdadera líder. No es que estos atributos, tanto positivos como negativos, se den sólo en estas dos mujeres, encontramos equilibrio con Raquel (Itziar Ituño) y Alicia (Najwa Nimri) y también existe entre los hombres, El Profesor (Álvaro Morte) y Berlín (Pedro Alonso), pero como decía antes, los personajes algo caricaturescos y estereotipados propios del anime, mezclados con los realistas, se dan cita en La casa de papel para enamorarnos de ellos.
Por último: a veces se nos olvida que son ladrones. Bien por los guionistas de la serie, mal para nuestra conciencia. En la Temporada 1, primera y segunda parte, aparte del dinero en recursos para detenerles que les costó a los españoles, imprimían dinero que no pertenecía a nadie y la sociedad podía perdonarles o incluso empatizar con su causa. En esta segunda temporada, o parte 3, están robando el oro de todos. Puede que el descontento social por cómo está el país (sobre todo si hablamos en este momento, julio de 2019) haga que cualquier espectador, tanto en la ficción como en la realidad, de primeras se pongan de su lado, pero, aunque habrá que ver qué hacen con el oro, por ahora se quedan en simples ladrones de guante blanco.
Lástima que para ver el desenlace de todo haya que esperar al año que viene…
La casa de papel (T2, parte 3)
Destaca en:
- El carisma de los personajes
- El despliegue de medios, a la altura de grandes producciones
- Mantiene la esencia de las anteriores temporadas.
Podría mejorar:
- La vuelta de personajes como Arturo
- Lo, por ahora, poco trabajados que están personajes secundarios como Belén Cuesta o Hovik Keuchkerian.
- Lo cogido por los pelos que está el argumento.
Un comentario
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