Mucho hemos hablado de Gotham en la web. Los orígenes de la serie, la evolución de trama y personajes a lo largo de las temporadas y finalmente la recuperamos hoy con el análisis de uno de los personajes, no tanto como parte del elenco de la serie, sino por lo que implica ser un bueno en un mundo de malos.
La serie de Gotham nos habla a todos los espectadores del Bien y del Mal, y lo hace desde un punto de vista muy frío y calculador, siendo que estamos habituados a que los personajes de las obras que a día de hoy visionamos, leemos o jugamos no se sitúen en uno de los dos extremos, sino siendo más habitual estar en la franja de en medio. Con Gotham es más corriente ver a los personajes situados prácticamente en un extremo (el extremo del Mal, se entiende) en lo que debería ser un claro proceso de posicionarnos a nosotros, espectadores, del lado del Bien…y resultando un fracaso debido al gran carisma de los villanos.
Gotham es una serie que intenta mostrarle a James Gordon (interpretado en la serie por Ben McKenzie) continuamente los puntos de vista tan grises que tienen las acciones de todos sus personajes. Él debería ser el clásico policía incorruptible, honesto, valiente y dispuesto a sanear la ciudad que toda historia de superhéroes requiere y, sin embargo, queda patente desde el principio que la ciudad de Gotham le viene grande y que esas cualidades, aunque estén ahí, quedan mermadas por sus actos, los cuáles son los que ven tanto sus compañeros de profesión como los ciudadanos de Gotham y, lo que es más importante, por los “malos” de la serie.
Estos malos saben que Gordon es una persona íntegra, la mayoría prácticamente nada más verle, y aunque algunos intentan corromperle saben que deben jugar sus cartas de otra forma; sin embargo, los “buenos” o mejor dicho, los inspectores y policías desconfían de él precisamente por ello. Están tan acostumbrados a la corrupción que el hecho de que parezca limpio sólo le hace más culpable.
El cambio se produce despacito, despacito…pero se produce
Gordon se integra como puede en esta vorágine así que sí, se le nota un cambio. Por ejemplo, cuando solicita información le piden 20€ y él no se niega, pero sí regatea a 10€. Hay un cambio. O por ejemplo ve palizas entre personas varias o de policías a maleantes y no le preocupa tanto porque lo ve como un medio para conseguir un fin.
Y ello no quiere decir que no se meta en problemas constantemente debido a su actitud desafiante. Frases como “La regla de oro de Gotham: no hay héroes” o “Ya conoces las reglas, ve de buenas, recibe tu paliza y nadie más saldrá herido” se oyen en el transcurso de la serie enfatizando estas normas no escritas sobre la conducta tanto de unos como de otros pero que Gordon se niega a cumplir.
Así, existe una relación tan estrecha entre la policía y la mafia (ambas consideran al otro un mal menor) que las reglas no existen sólo entre polis o entre mafiosos, sino entre todos ellos. Pero Gordon es el tipo de personaje que debido a que no lleva demasiado tiempo entre la policía de Gotham muestra esa ingenuidad tan valiente como desconcertante para sus enemigos que le hace querer siempre el bien por encima de lo que se supone que todos conocen y aceptan como habitual.
Y lo curioso del caso es que el hecho de no hacer el mal es lo que le trae problemas con sus compañeros. Todos pasaron por el aro, todos cometieron su delito, su trapicheo, su trapo sucio que no quieren que nadie sepa, y el hecho de que Gordon no haya querido pasar por el aro, rebajarse como los demás, no le hace moralmente superior a sus ojos, sino peor compañero.
¿Es su dignidad una locura dentro de esa ciudad que tanto agacha la cabeza? ¿Es la Ley corrupta de manera visceral, un mal congénito o simplemente padecen de Miedo?
La carencia de un líder
Me di cuenta de que no era exactamente cobardía. Claro que había algo de eso, no hay duda, pero la valentía surge cuando la necesidad acucia así que posiblemente la causa de que los policías no hagan nada es que piensan que nadie les va a ayudar, que no van a ser secundados por nadie si deciden llevar a cabo un acto de valentía.
Gordon no es de los que piensan que tiene madera de líder, ni es su intención real ascender para tener poder, ni siquiera piensa en hacer cambiar a los policías de actitud. Es un Santo Job en un campo de tentaciones intentando hacer lo correcto siempre y cargando con los problemas que ello le reporta.
Aún así, nadie puede negar aquello que lleva en su interior, y Gordon no es el hombre perfecto. Sí, podríamos pensar que es un hombre de acero pero entonces olvidaríamos que ha sido soldado, que tiene el deber marcado en las venas y que su forma de enfrentarse al mal es su forma también de sacar al demonio que tiene dentro. Esa idea que tienen los enemigos de Gordon de que él lleva a un asesino en su interior puede o no ser cierta, pero la duda razonable la plantea la serie.
Pero Gotham tiene muchos ases en la manga y por ello James Gordon no puede ser considerado simplemente el héroe que Gotham parece que necesita (para eso tenemos que esperar a que el pequeño Bruce Wayne crezca), sino un personaje que intenta mantenerse honrado en una ciudad que devora a las buenas personas.
Una serie empeñada en mostrarnos que no hay salvación
Gotham es una serie empeñada en que dudemos de la bondad moral de todos y tiene en James Gordon a su máximo exponente. Así, si su compañero Harvey Bullock tiene a Fish Mooney como clara relación amistosa policía-mafia, él acaba teniendo al Pingüino (aunque no quiera), en esa relación de ni contigo ni sin ti. Éste último es precisamente quien en un momento de la serie dice a un enemigo que “Su mayor pasión resulta ser su mayor debilidad” plasmando el carácter de los personajes en una máxima que afecta a todos los habitantes de Gotham y les hace vulnerables y, finalmente, corruptos.
Tampoco Gordon saldrá indemne, por supuesto (si no, ¿qué gracia de personaje sería?) y serán sus relaciones habituales con personas como el inspector Harvey Bullock (otro personaje interesantísimo) las que le harán conocer esa otra cara de la realidad en el día a día. Su relación con él es la de los viejos camaradas de las pelis de los años 90. Gordon es como su pupilo siendo así que él ha perdido la fe en la ciudad y aún así sigue siendo capaz de impregnarse de esa aura de candidez que tiene Gordon y que le hace pensar que puede cambiar las cosas. “Estoy condenado de todas formas y prefiero estar con los buenos“.
Nunca me cansaré de repetir que los personajes grises son más interesantes que los planos, pero aún así es igualmente gratificante encontrar un personaje atormentado como James Gordon, bueno, leal e intachable, que lucha constantemente por mantener la Ley y el orden. Es como un personaje plano, al que le intentan arrastrar al lado gris y empeñado en permanecer como plano. Solo que mola.