LA REINA CARLOTA: UNA HISTORIA DE LOS BRIDGERTON: amar duele.

Pasé olímpicamente de analizar la segunda temporada de Los Bridgerton después de visualizarla porque mi discurso habría sido breve: la T2 va exactamente de lo mismo que la T1, incluida su ejecución. Me pareció muy cutre. Sin embargo, algo tuvo el spin off autoconclusivo de 6 capítulos La reina Carlota: una historia de Bridgerton (2023, Queen Charlotte: A Bridgerton Story) que me pareció interesante. Debo concluir que, efectivamente, lo fue.

La reina Carlota: una historia de Bridgerton narra el ascenso de Carlota de Mecklenburgo-Strelitz (India Amarteifio) al trono de Inglaterra al casarse con el rey Jorge III (Corey Mylchreest) en lo que la Corona y el Parlamento llamaron El Gran Experimento: un intento de instaurar la diversidad racial en la monarquía británica, así como en la nobleza, compuesta hasta entonces por gente blanca.

Se supone que el spin off está centrado, igual que la serie principal, en el romance entre los dos protagonistas, pero en realidad esta vez va mucho más allá.

Esta premisa aleja a La Reina Carlota: una historia de Bridgerton de manera radical de la serie principal. Mientras esta última va de historias de amor entre nobles llenas de clichés sobadísimos, la primera aborda temas de gran calado.

Y digo temas en plural porque la serie no se contenta con abordar el tema del racismo, sino que ataca algunos habituales como el problema de la sucesión y la necesidad de un heredero, otros menos comunes como la entrega a la Corona hasta la renuncia a una vida propia, otros de rabiosa actualidad, como son la independencia de la mujer y la lucha por sus derechos y, por supuesto, el gran tema que ha posicionado a La reina Carlota como una de mis miniseries favoritas del año: la enfermedad del rey.

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Los protagonistas de este spin off.

 

Pero he nombrado muchos temas y de forma muy apresurada. Es obvio que algunos requieren un poco de explicación.

La importancia de separar realidad de ficción.

Supongo que el tema que más ha llamado la atención de la gente es cuánto de real tiene esta serie, cuánto está basado en la Historia. No pretende ser este artículo una crónica comparativa, pero sí que es verdad que si bien cuando visionamos Enrique VIII o Isabel o Juana La Loca queremos fidelidad, cuando sabemos que estamos ante una ficción casi agradecemos que se note una diferenciación entre realidad y ficción. Ayuda a no asimilar como verdaderos conceptos o datos que no lo son. La inspiración es una cosa, y la copia descarada es otra. Que sepamos que la saga Canción de Hielo y Fuego está inspirada en la Guerra de las Dos Rosas no significa que veamos los hechos en cada página que leemos. Sin embargo, la combinación de ficción y realidad en La reina Carlota es tan fuerte que más bien tenemos que tener cuidado en no absorber un dato inventado tomándolo como real.

Posiblemente, El Gran Experimento es la parte de ficción más clara. No sólo no hay evidencias de que se intentara abolir la segregación racial desde lo más alto del escalafón social, sino que conocemos bien la Historia de la esclavitud como para saber que la población negra carecía totalmente de derechos en 1761.

Pero este punto era totalmente necesario para aclarar por qué había asiáticos y negros en la alta sociedad en la serie Los Bridgerton. La primera temporada se llevó muchas críticas por parte de todo el mundo (incluido nosotros) por cargarse la sociedad londinense de la época de Regencia en pos de que encajara en sus parámetros de ficción. Gracias Julia Quinn y Shonda Rhimes por aclararnos el anacronismo.

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La Reina Carlota, así como otras muchas cosas en la serie, está basada en personajes y hechos reales.

 

Sin embargo, el problema de la línea de sucesión, la demencia del rey Jorge III o la gran historia de amor sí que son hechos históricos confirmados. Estos tres temas están interrelacionados entre sí creando la gran enjundia de esta precuela. No son intrigas palaciegas al uso. Lejos queda nuestro interés por las tiranteces entre suegra y nuera. Poco importa si se aclimata bien o mal a la comida o costumbres de la nueva corte. No, lo que acapara nuestra atención es que la relación que mantienen los dos reyes es la de una pareja con problemas mundanos. Quizás no cotidianos (en primera instancia), pero tienes la sensación desde el principio que el amor es real y, por lo tanto, complicado, duro y conlleva para poder superarse de hacer un buen equipo y comunicarse todo lo posible.

Lo cierto es que es diferente que un personaje interprete a un rey y se queje de que no tiene tiempo para sí mismo, o que cómo le pesa la corona y cosas semejantes, a que veas cómo las expectativas familiares, la presión social y los problemas del reino te obligan a ser perfecto en todos los sentidos desde la niñez, haciendo que la ansiedad acabe degenerando en demencia. No es habitual encontrar un producto de entretenimiento de este tipo que trate la salud mental desde tantos flancos.

La estructura de la serie favorece la narrativa.

La estructura de la serie funciona a base de flashbacks, trayéndonos de vuelta a actores como Golda Rosheuvel (la reina Carlota de mayor), Adjoa Andoh (Lady Agatha Danbury), Ruth Gemmell (Violet Bridgerton) o Hugh Sachs (Brimsley), así como la voz en off de Lady Whistledown con sus cotilleos de sociedad. No sólo es un movimiento muy grato de ver (esa curiosidad nuestra por ver cómo han cambiado), sino que, al tratarse de una miniserie que debe dejar todos los frentes cerrados, funciona mejor si sabemos qué pasó, literalmente, al final.

La precuela también aprovecha la presencia de Lady Agatha Danbury y de Violet Ledger (Arsema Thomas y Connie Jenkins-Greig, respectivamente) para hablarnos de sus historias. La primera como la joven esposa del anciano Lord Danbury (Cyril Nri), adalid de los derechos de las minorías étnicas, confidente de la reina, luchadora en lo social y en lo personal. La segunda como la inteligente y sensible adolescente que más adelante se convertirá en la matriarca de los Bridgerton. La relación que une a ambas (y que dábamos por hecho en las temporadas 1 y 2 de Los Bridgerton) se entrevé en La Reina Carlota de otra manera. Por un lado, se realiza de forma gradual, a través de esos flasbacks, por otro, vemos que su conexión fue diferente de lo que esperábamos, dándole también en el presente otro cierre.

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Los dos lacayos, símbolo de entrega total a la Corona, nos regalan también momentos memorables.

 

No puedo terminar este análisis sin hacer alusión a la primera relación LGTBI de la saga de Los Bridgerton. La forma en que durante toda la miniserie se trata la relación entre Reynolds (Freddie Dennis) y Brimsley (Sam Clemmett) deja claro que la homosexualidad no estaba bien recibida en ese ficticio siglo XVIII y, sin embargo, los dos chambelanes… ¿ayudas de cámara, secretarios, chicos de compañía…? son capaces, en unas estupendas interpretaciones, de mostrarnos una relación profunda y sincera. Todo esto pese a, como mencioné cuando abordé los temas importantes de la serie, estar supeditada a su entrega a los reyes. Esa renuncia a la vida propia es lo que deja en los espectadores un poso amargo, pero la autenticidad de su amor, aunque fuera en secreto, es otra de las guindas del pastel que supone La Reina Carlota.

No soy muy amante de las historias románticas. Quizás por la forma en que la ficción televisiva las cuenta. Detesto las comedias románticas que terminan en el momento de la luna de miel y hasta las T1 y T2 de Los Bridgerton se me hicieron un poco arriba con su empalago y final de cuento de hadas. Pero La Reina Carlota ha sabido contar una historia de amor real con actuaciones creíbles. Ha sabido dar importancia a las historias secundarias encumbrándolas hasta interesarnos tanto como la principal, y ha sabido darnos una escena final emotiva, realista y exenta de melodramatismo que será difícil de superar.

La reina Carlota: una historia de Bridgerton

8.2

NOTA GLOBAL

8.2/10

Destaca en:

  • Una historia rotunda y convincente con un final a su altura.
  • Buenas interpretaciones de los actores secundarios.
  • Temas interesantes con buena ejecución.
  • Un poco tarde, pero la justificación de El Gran Experimento tranquiliza a los espectadores.

Podría mejorar:

  • El terrible capítulo 4, mal escrito. Aburrido, repetitivo, poco orgánico.
  • La precuela carece del sentido del humor de la serie principal, resultando por escenas muy seca.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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