LAS ESCALOFRIANTES AVENTURAS DE SABRINA: Sabrina, sí, pero no tan terrorífica.

Para cualquiera que, en una tierna adolescencia, disfrutara con las inocentes aventuras de Sabrina, cosas de brujas, en la, probablemente, serie más blanca que recuerdo, encontrarse unos años más tarde con Las escalofriantes aventuras de Sabrina (Chilling adventures of Sabrina) es una sorpresa tan agradable como necesaria.

Y es que, para cualquier conocedor y amante del cómic original donde aparecía el personaje de Sabrina (es decir, en la saga de Archie, donde Sabrina era un personaje secundario más), la serie de los ´90 resultaba simpática y entretenida, pero totalmente ajena al estilo del cómic, oscuro, inquietante y lleno de los hechizos, mitología y problemas que solemos asociar a las brujas, sin por ello dejar de narrar, en la parte que le tocaba, las aventuras de una adolescente.

Las escalofriantes aventuras de Sabrina, para aquel que no conozca ni los cómics de Archie ni la adaptación televisiva, cuenta la vida de Sabrina Spellman (Kiernan Shipka), una alegre y encantadora joven de 15 años medio mortal, medio bruja, que vive en Greendale, el típico pueblo del que diríamos “donde nunca pasa nada” (aunque pronto veremos que no es así) y que se enfrenta al dilema de qué hacer cuando cumpla los 16 años y se celebre el Bautismo Oscuro, una ceremonia por la que entregará su alma al Señor Oscuro y pertenecerá para siempre al mundo de la noche, con todo lo siniestro que suena, pero también con múltiples ventajas, casi todas en forma de poder y aceptación por parte de la sorprendentemente grande comunidad de brujas y hechiceros de Greendale.

Como sorprendentemente numerosa es la cantidad de personas deseosas de que se cumpla la voluntad del Señor Oscuro y de los fallecidos padres de Sabrina y ésta firme en el Libro de la Bestia y pase a formar parte de la Iglesia de la Noche, para lo cual se valen de todo tipo de artimañas. La trama principal tiene que ver ante todo con la decisión que debe tomar Sabrina sobre si convertirse enteramente en bruja y dejar a sus amigos, su novio y su mundo humano, o renunciar al mundo mágico para convertirse sólo en humana.

Esta es pues una de las formas que la serie tiene para presentarnos a los personajes que rodean a la protagonista, posiblemente menos trabajados de lo que están en el cómic, pero totalmente razonable si tenemos en cuenta que es una serie que no pretende quedarse en una temporada, sino ir desgranando poco a poco las historias de todos los involucrados en la serie a lo largo de aún no sabemos cuántas temporadas (sólo una segunda confirmada, por ahora).

La trama presenta desde sus comienzos ese toque a cómic en su opening, así como una ambientación de perpetuo Halloween que choca bastante con el aspecto de la protagonista, que es de todo menos terrorífico, más aún con ese toque a lo Caperucita Roja con el abrigo escarlata y el aspecto de niña indefensa. Quizás sí es terrorífico lo tremendamente empalagosa que puede resultar la relación entre Sabrina y su novio Harvey Kinkle (Ross Lynch), puede que apropiada tanto para una pareja de adolescentes como para contrarrestar el efecto bruja predominante en la serie, pero tremendamente ineficaz a la hora de crear empatía con los personajes. Nada más espantoso para comenzar una serie que un novio absolutamente incondicional y una protagonista que roza lo Mary Sue.

Afortunadamente, el guion pronto nos muestra que, bajo ese halo de perfección, Sabrina es una bruja-ser humano con múltiples defectos y que carece muchas veces tanto de la sabiduría como de la fortaleza para solucionar los problemas. Esto no hace sino acrecentar la humanidad de Sabrina, hacerla más cercana a los espectadores y aumentar el valor de los personajes secundarios que la rodean, entre los que destacan sus tías Zelda (Miranda Otto) y Hilda (Lucy Davis), su primo Ambrose (Chance Perdomo) y sus amigas Susie (Lachlan Watson) y Rosalind (Jaz Sinclair).

Estos a su vez tienen sus propios problemas y resulta muy estimulante encontrar una serie de fantasía que toque temas tan importantes como el acoso escolar, la homosexualidad, las enfermedades degenerativas en adolescentes o la presión parental ante el futuro que deben adoptar los hijos. Realmente no son problemas que no se encuentren en otras series, pero sí que el tratamiento que le dan, unido al hilo conductor de la serie (Sabrina y sus problemas con la Iglesia de la Noche) hacen que no nos olvidemos del mundo humano.

Por supuesto, otro de los atractivos de la serie es mostrar los pros y contras de los mundos mortal y mágico, por lo que los problemas se suceden en ambos bandos de manera natural. Esto no quiere decir que la serie haya acertado con el tono a mostrar. Posiblemente una de las mayores pegas que se le pueden encontrar a Las escalofriantes aventuras de Sabrina sea que no ha arriesgado nada con el tono de la serie y ha apostado por ser una serie de terror adolescente. Demasiado mainstream para ofrecer algo diferente a la Sabrina de Cosas de Brujas y, aunque puede que esta decisión se deba a que el personaje original de Sabrina era una adolescente y “pegaba” hacer una bruja con problemas adolescentes, si al final resulta que eres una bruja, es muy probable que tus problemas no sean los habituales así que, ¿por qué no atreverse a darle un toque más oscuro a la serie, más acorde con, sin ir más lejos, el opening, que prometía una serie de corte más serio y adulto?

Otro de los grandes problemas lo encontramos en la factura técnica. Aunque la serie trabaja los exteriores y constantemente se realizan conjuros y aparecen criaturas mágicas, los valores técnicos se ven menguados por los típicos trucos para que pasemos por alto la calidad de la serie. Muchas escenas importantes tienen lugar de noche, así como muchas escenas cortadas con la excusa de ese “para todos los públicos” que tanta rabia nos da cuando se trata de adaptaciones. Es posible que en el tráiler veamos esta factura técnica impecable, y ciertamente lo es si la comparamos con otras series del mismo género, pero en parte se debe a su buena ambientación, tan adecuada a cada capítulo. Sin duda, lo que más disfrutaremos es la fotografía y lo que menos sus efectos especiales.

En términos generales, la primera temporada de Las escalofriantes aventuras de Sabrina, serie original de Netflix, con sólo 10 capítulos, nos deja un buen sabor de boca. Pese a echarse de menos algo de humor, las dosis de drama, terror, romance y mitología dan como resultado una serie muy equilibrada. Ciertamente su decisión de hacerla para todos los públicos da como resultado una serie algo montonera, con personajes menos trabajados de lo que nos gustaría y que arriesga menos de lo que debería, pero sigue resultando entretenida y que va por el buen camino.

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