Querido y amable lector. Esta humilde reseñadora de Generación Friki tiene un secreto. Le encantan las series de época y, como mujer que se especializó en su momento en Organización de Eventos y Protocolo, siente debilidad por las obras en las que hay un despliegue de medios en este sentido. Los Bridgerton tenía material sobre esto para dar y tomar en sus dos primeras temporadas y fue fácil dejarse embaucar por el envoltorio empalagoso y divertido que ocultaba un presente que, por otra parte, no dejaba de ser mediocre y lleno de clichés. ¿Pero acaso un dónut no es el bollo más sencillo de todo el escaparate y no se sienten atraídos por él nuestros ojos una y otra vez? Y así hemos llegado a esta tercera temporada de Los Bridgerton.
Y ojo, que si podíamos torcer el gesto dado que la primera y segunda temporada iban exactamente de lo mismo, con la misma ejecución e incluso mismos discursos manidos, la tercera traía un atractivo diferente porque la protagonista no es una Bridgerton, sino Penélope Featherington (Nicola Coughlan), alias Lady Whistledown.
Sabemos por temporadas anteriores que Penélope está enamorada de Colin Bridgerton (Luke Newton), de quien ha sido íntima amiga durante muchos años. Cansada de su indiferencia y vilipendiada y/o ignorada por todos, decide hacer un cambio de imagen y actitud para por fin conseguir marido. Y como el perro del hortelano no es sólo una genial obra de Lope de Vega, sino un dicho como la copa de un pino, al ver a Penélope triunfando entre los hombres, liderando el cortejo el conservador Lord Debling (Sam Phillips), Colin empieza a ver las virtudes de su amiga desde otro prisma. Y comienza el salseo.
Esta tercera temporada ha estado dividida en dos partes bien diferenciadas de 4 capítulos cada una, que corresponden al libro Seduciendo a Mr. Bridgerton de la saga de Julia Quinn. Una primera en la que se narra lo que acabo de contar y una segunda que trata de todas las consecuencias que acarrea este vodevil. Y si la primera estaba llena de situaciones divertidas, embarazosas y escenas refrescantes, esta segunda es melaza constante de discursos llenos de one liners vergonzosos propios de folletines del pasado siglo. Discursitos que no tratan de ocultarse, ayudados por primeros planos de ojos suplicantes y labios entornados. Ni siquiera algunas reivindicaciones feministas bien tratadas y algunas dosis de sabiduría matrimonial consiguen paliar las oleadas de empalague que ofrece Los Bridgerton T3.
Y la verdad es que me sorprende porque Penélope siempre ha sido retratada como la más valiente e inteligente de las mujeres y, sin embargo, su arco es el más inexplicablemente romántico de todos. Cierto es que hay algunos arcos secundarios (todos ellos amorosos, por supuesto), pero sus dosis de verborrea amorosa están más contenidas, ofreciendo diferentes visiones de las relaciones entre parejas. El amor sosegado entre Francesca Bridgerton (Hannah Dodd) y Lord Kilmartin (Victor Alli), el maduro entre Lady Violet Bridgerton (Ruth Gemmell) y Lord Marcus Anderson (Daniel Francis) y el tumultuoso entre Benedict Bridgerton (Luke Thompson) y la viuda Lady Tilley (Hannah New).
El caso es que es una temporada en la que las tramas se suceden sin descanso, se entrelazan entre sí y nos hacen reconocer que Los Bridgerton es un folletín, pero el folletín del año. Mientras la reina Carlota (Golda Rosheuvel) sigue intentando desenmascarar a Lady Whistledown, Cressida Cowper (Jessica Madsen) se desvela como una antagonista natural a la vez que va intentando encontrar su lugar entre la aristocracia. El matrimonio conformado por Will y Alice (Martins Imhangbe y Emma Naomi) sigue ofreciendo sorpresas al cambiar su posición social y los matrimonios de las hermanas Featherington Prudence-Henry (Bessie Carter y James Phoon) y Phillippa-Albion (Harriet Cains y Lorn Macdonald) son el contrapunto cómico de la temporada. Parece que los capítulos en general sólo dan un respiro cuando se dedican a ofrecer interminables discursos entre enamorados.
Los Bridgerton es un despliegue de color y texturas en medio de bailes, reuniones sociales y cambios de ropa incesantes. Entre eso y un guion mediocre se consolida como una serie estupenda con la que apagar el cerebro. Es divertida, entra bien, su espectro de espectadores es muy amplio, pero aporta entre poco y nada a aquellos un poco más exigentes con lo que visionan. Y eso teniendo en cuenta que la relación de Colin y Penélope es la más realista de todas las que hemos visto (dos personas que SE CONOCEN desde hace años).
¿Visionaremos Los Bridgerton T4? Pues todavía queda mucha gente por casar en la familia Bridgerton, así que seguramente dentro de dos años (según estimaciones de Netflix) podremos ver si le seguimos dando más oportunidades a esta fantasía de época de Regencia o nos decantamos por otro drama romántico. El mundo real es un lugar complicado y a veces sienta bien que alguien te haga creer a través de una serie que lo peor que le puede pasar a una es que se le manche el vestido de tarta.
Los Bridgerton
Destaca en:
- Visualmente sigue siendo muy atrayente.
- Te da exactamente el tipo de entretenimiento que esperas.
- Penélope es un personaje más interesante que el resto.
- La escena de sexo del capítulo 5 es fantástica en guion, dirección y ejecución. Y en todo lo demás.
Podría mejorar:
- Podrían sacar más chicha de todo, pero no lo hacen.
- Demasiados discursos cliché y redundantes.