MERLÍ: el incalculable valor de un buen profesor.

No existen esos profesores. No existen esos alumnos. Me encantaría deciros que la enseñanza es tan gratificante y que los alumnos lo dan todo por sus maestros y viceversa, pero la serie Merlí (2015-2018 TV3 y que por fin ahora tenemos en Netflix y de la que dentro de poco tendremos el spin-off Merlí: Sapere Aude protagonizado por Carlos Cuevas) no es más que una puesta al día de El club de los poetas muertos que también te dejaba con el regusto de que ojalá fuera verdad que hubiera profesores que nos inspiraran a los alumnos, que llegaran a nosotros y nos removieran de forma que decidiéramos hacer algo útil con nuestro futuro. Ojalá, como profesor, se encontrara a tantos alumnos de Bachillerato que realmente tuvieran inquietudes o hubieran pasado ya la edad del pavo como para poder centrarse en ello. Por lo menos, El club de los poetas muertos era un drama de tres pares de narices y apelaba a la lógica (en fin, todo el que la haya visto ya sabe de qué va y cómo terminaba), mientras que en Merlí todos los secundarios alrededor del protagonista tienen personalidades blandas o laxas que hacen que, simplemente, no sean capaces de enfrentarse o por lo menos dialogar en igualdad de condiciones, contra la incansable verborrea del profesor de Filosofía, curtido en mil batallas, de nombre Merlí.

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Un primer párrafo extenso, sí, para poneros los pies sobre la tierra acerca de la credibilidad de la serie. Todos hemos soñado con ese profesor que daba las clases de una forma diferente a los demás, que te inspiraba, aprendías y encima todo el mundo acababa siendo mejor persona. ¿De quién es la culpa de que esto no sea así? ¿Un sistema educativo estricto? ¿El cansancio de los adultos maestros, a los cuáles las alegrías de dar clase son menores que el agotamiento diario al que le someten decenas de niños…actuando como lo que son? ¿Los padres, con su sobreprotección? ¿La odiosa e incomprendida edad del pavo, en la cual, dicho sea de paso, se centra la serie? ¿En la poco probable envidia de otros profesores frente a tu éxito?

¿Hasta dónde debe llegar la pedagogía?

No cabe duda de que Merlí te plantea cuestiones sobre las que reflexionar mediante la tan conocida mayeútica socrática. No sólo de cara al trato alumnos-maestro, sino de temas diversos padres-hijos en los que, tengamos hijos o no, acabaremos parándonos a pensar, así como en cuestiones educativas, sexuales, políticas, etc. Y digo esto porque, si en la primera temporada ya sentí, quizás porque se trata de mi país, que era una serie muy politizada, en la segunda no dejan títere con cabeza. No es que se expongan ideas peligrosas, es que se hacen sentencias peligrosas, sobre todo dado que las ponen en boca del protagonista que, para más inri, es profesor.

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Dejando de lado las dudas que generó entre profesionales y docentes las temáticas escogidas y su razón (es decir, ¿hubo politización o intereses ocultos en los conceptos filosóficos que la serie transmitió o que su autor, Héctor Lozano, incluyó adrede?) no cabe duda de que la serie despierta nuestro interés por la filosofía. Igual lo dábamos por hecho o quizás no, pero en todos los capítulos tienes la oportunidad de aprender sobre filosofía y de una forma dinámica, didáctica y, en general, como a todos nos hubiera gustado aprender filosofía.

No confundamos tener espíritu crítico con ser un bocazas.

Así pues, pensemos en Merlí como una serie costumbrista con algo de ficción. Y con esa idea en la cabeza disfrutémosla. Merlí son 3 temporadas, cada capítulo dura casi una hora, que nos narran la historia de Merlí Bergeron (Francesc Orella), cincuentón y en paro, divorciado, desahuciado y que, obligado a volver a casa de su madre (Ana María Barbany), actriz e histriónica, y con Bruno (David Solans), un hijo adolescente algo borde y cínico que intenta salir del armario, consigue plaza de suplente de profesor de Filosofía en un instituto público donde, desde el primer día, dejará claro una cosa buena: quiere que sus alumnos piensen por sí mismos, y una cosa mala: le dan igual las normas y a quién perjudique saltándoselas. 

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Merlí es egocéntrico, pedante, irreverente, palabrotero, crápula, y quizás todo eso nos acabe dando igual a la hora de la verdad: qué complicado es inspirar a los alumnos.

El actor Francesc Orella da vida de forma magistral a un personaje rico en matices: cínico, inteligente, resabido y con intenciones ocultas allá donde va, siendo el foco principal de una serie que, con pocos escenarios, ofrece una amplia riqueza de tramas (posiblemente demasiadas que tienen que ver con sexo), permitiendo que no sea sólo Merlí el protagonista de todas ellas, sino siendo asistido por secundarios, padres, alumnos y profesores, con actuaciones, en general muy decentes, contando historias interesantes.

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No sé qué padre, profesor o alumno se verá reflejado o identificado en los personajes que la serie trabaja, pero afortunadamente, quitando algún caso aislado, tenemos que agradecer que no hay caricaturas extremas de nada; al contrario, presentan casos reales de la sociedad sin el dramatismo excesivo de las películas de Almodóvar, pero sin la falsa alegría que rodea a las películas y series de adolescentes.

Por ello, creo que sí que muchos podrán identificarse o empatizar con aquel alumno que sufre agorofobia (Pau Poch), o aquel agobiado por un dinero que jamás existe en su casa (Carlos Cuevas), o aquella que se siente incomprendida por una madre que prefiere a la “hermana lista” (Candela Antón de Vez), o aquel que no se atreve a enfrentarse a su impositivo padre (Albert Baró). Problemas reales, reacciones reales, un profesor metomentodo que soluciona las cosas de maneras muy diversas, algunas originales, otras drásticas, otras discretas. Merli-serie-Generacion-Friki-Texto-5

Al contrario de lo que me pasó con la serie Élite y sus ambientes exclusivos (que acaba de estrenar 2ª temporada), y a pesar de que esta se realizaba en Madrid, la serie Merlí, ambientada en Barcelona, la siento mucho más cercana, prueba una vez más de que con pocos recursos se pueden conseguir grandes obras. Por supuesto, no puedo decir que Merlí llegue a estar considerada en esta categoría, pero sin duda es una agradable sorpresa para aquellos que ya vemos las series con algo de escepticismo…y más si se trata del trillado género de las series estudiantiles.

Merlí

7

NOTA GLOBAL

7.0/10

Destaca en:

  • Novedoso punto de vista, esta vez desde el punto de vista del profesor.
  • Protagonista bien trabajado, secundarios con química.

Podría mejorar:

  • Cansada de encontrarme "profesores enrollados" en películas y series que no reflejan la realidad. Pero hala, que disfruten los utópicos, que tampoco es malo.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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