La primera palabra que me viene a la cabeza cuando alguien me pide que describa la serie de Ted Lasso es buenrollista. No es una palabra que aparezca en la RAE, pero todos sabemos que hace alusión a una persona que tiene predisposición o una actitud muy positiva ante las cosas. Ese es Ted Lasso, un entrenador de fútbol americano venido a menos que es contratado para preparar a un equipo de fútbol europeo, pese a su nula experiencia en el balompié.
Ante todo, y lo que marca para mí la diferencia (vamos, lo que me hizo ver la serie), es que no va sobre fútbol. Este deporte es un MacGuffin para hacer avanzar la trama hacia los objetivos de los guionistas, que es mostrar cómo la preocupación por nuestros semejantes puede hacer de nosotros mejores personas y del mundo un lugar agradable para vivir.
Era muy fácil, con semejante premisa, caer en la ñoñería. Mantener un buenrollismo justificado durante las tres temporadas o 34 capítulos en total que tiene la serie (cerrada y bien atada, aunque ha salido la noticia de que quieren hacer una T4) es complicado y es muy posible que en el primer capítulo exista un cierto recelo por parte de los espectadores ante un protagonista un tanto bobalicón y con una personalidad que pocos tacharían de adulta. De hecho, su actitud jovial y su forma de trivializar los asuntos que para los demás son un problema le suponen, de primera, un rechazo por parte de sus semejantes, cuando no la burla de la prensa, de la competencia y de los aficionados del AFC Richmond, el equipo que debe entrenar.
Y aunque Ted Lasso (Jason Sudeikis) es el protagonista de esta historia, las tramas tienen tiempo de profundizar en todas las personas que le rodean y que son buena parte de la enjundia de la serie. Empezando por uno de los más importantes, Rebecca Welton (Hannah Waddingham), la nueva dueña del AFC Richmond, equipo que obtuvo durante el divorcio de Rupert Mannion (Anthony Head) y al que desea destruir (por eso lo de la contratación de una nulidad como Ted para dirigir el equipo de fútbol) como venganza contra su ex marido.
Este ejemplo de negatividad tóxica es común a muchos de los personajes de la serie (Brett Goldstein como el irascible veterano Roy Kent, Nick Mohammed como el desconfiado utilero Nathan Shelley, Brendan Hunt como el taciturno ayudante de entrenador Coach Beard…). De alguna manera, es como si cada uno pensara que sus problemas son más importantes que los de la mayoría; que su cabreo, negatividad o reacciones en general están más justificadas y eso, aunque crea tramas tan interesantes como divertidas, al contraponerlas con la actitud de Ted nos hacen pensar a los espectadores, “si es que no es para tanto”, mientras hacemos acopio de las enseñanzas para aplicarlas a nosotros mismos.
El caso es que, aunque nos centremos en la serie por lo ingenuamente optimista que resulta Ted Lasso, es una buena serie en todos los sentidos. No hay tramas que no estén bien trabajadas, ni escenas sin sentido, ni comunicación mal elaborada, ni humor taaaan evidente que parezca puesto ahí para que te rías de forma enlatada.
Es ficción, pero podemos creer en ella.
Bien es cierto que algunos personajes como el director de operaciones del AFC Richmond, Leslie Higgins (Jeremy Swift) o la relaciones públicas Keeley Jones (Juno Temple) tienen una personalidad agradable que no varía mucho a lo largo de la serie (poca catarsis de personaje, que se dice), pero están ahí para conducir las tramas de los demás personajes. En la vida real suelen ser esas personas a las que no prestamos mucha atención, pero su presencia es esencial cual pata de una silla a la que no das importancia, pero que, si no está, ves tambalear tu existencia.
Porque la serie tiene mucho de existencialista. Qué queremos de nuestra vida, cuáles son nuestros objetivos, qué somos más allá de lo que la gente ve, cómo superamos nuestros traumas.
Ted no está ahí para resolverle a la gente sus problemas. Como iremos viendo, él tiene los suyos propios. No soy muy amante de esta frase, pero “los traumas no resueltos” impiden en el mejor de los casos avanzar, en el peor salir de nuestra madriguera de conejo. Me pareció natural que la serie decidiera traer al personaje de la psicóloga Sharon Fieldstone (Sarah Niles), pero hubiera preferido que no hubiera sido una profesional, sino los propios compañeros, amigos y las experiencias vitales de Ted las que le hubieran hecho darse cuenta de por qué es como es.
Porque es fácil creer que el propio Ted es un MacGuffin para hacernos hablar de los problemas que puede tener Jamie Tartt (Phil Dunster), Dani Rojas (Cristo Fernández), Isaac McAdoo (Kola Bokinni, Sam Obisanya (Toheeb Jimoh) o Colin Hughes (Billy Harris), todos jugadores de fútbol con complicaciones ya sea de trato o personales; pero la serie va, sobre todo, de que esa huida que para Ted fue el ir a Inglaterra a entrenar al AFC Richmond se convierte para él en su resurrección. Puede que el equipo en general se vea impregnado de sus valores y de su forma de entender el juego en una forma hermosa (y algo irreal) de ver el deporte hoy en día, pero su sabiduría casera acaba impregnándole también a él haciendo de la serie Ted Lasso algo creíble, una meta a la que aspirar, un objetivo que hasta el espectador puede tener en su vida.
¿Por qué una serie puede hacerte sentir feliz?
La gracia de todo es que no lo hace de la manera convencional. Te hace reír y te hace llorar a través de personajes nada clichés, pero sobre todo con un respeto por sí misma que muchas series quisieran para sí. Supongo que si (al contrario que a mí) te gusta el fútbol, la disfrutarás aún más, pero lo cierto es que ni siquiera es necesario saber ni de qué va este deporte. Pensad que es una serie hecha por americanos para americanos (guionistas: Bill Lawrence, Brendan Hunt, Jason Sudeikis, Joe Kelly) y ellos en general lo que conocen es su rugby (uh, perdón, fútbol americano). Los valores del trabajo en equipo, del compromiso, de las buenas maneras, etcétera, siguen estando en cualquier deporte que practiquemos. El hecho de que Ted Lasso lo recalque tan a menudo debería ser suficiente para hacernos reflexionar: ¿tan mal se ha degradado el ser humano que nos sorprendemos porque un entrenador de fútbol trate bien a sus semejantes?
No me suelo fijar en los premios a la hora de recomendar una serie. Pero a día de hoy Ted Lasso ha ganado 78 premios de 190 nominaciones y pienso jugar esa baza para recomendaros a mis queridos lectores escépticos que le den una oportunidad a una serie que se separa bastante de la fantasía, ciencia ficción y aventura que solemos analizar en la web. La calidad se encuentra donde uno menos se lo espera y como yo fui una de esas que, en su día, al ver el cartel promocional de la serie, un fulano sentado en un campo de fútbol, hice “next” en la cartelera de Apple TV, me siento un poco en la obligación de aseguraros que no perderéis el tiempo visionándola. Es más, puede que aprendáis cosas de esas que son útiles para la vida. Y si no, la sonrisa os la llevaréis. ¿Cuántas veces podemos decir que una serie nos ha alegrado el día?
Ted Lasso
Destaca en:
- Lo tiene todo: las actuaciones, el mensaje, el humor, el dramatismo bien llevado.
- El ser capaz de ofrecer algo divertido de forma natural.
- Aunque no te guste el fútbol, la disfrutarás (porque no va de fútbol).
- Más de uno verá que esta serie es lo que necesitaba, cuando lo necesitaba.
Podría mejorar:
- Ya estoy viendo a los fans del fútbol diciendo que las ligas no funcionan así…
- Se nota un descenso de calidad e interés de la primera temporada a la tercera, es indudable.
- La trama del jugador Zava (Maximilian Osinski) no me convence en absoluto.
- Tiene momentos algo cursis que no resultan creíbles.
Un comentario
Pingback: GANADORES GLOBOS DE ORO 2024: mandamases, ¿habéis conseguido lo que pretendíais? - Generación Friki