Que Netflix es una máquina de producir contenido lo sabe todo el mundo; el servicio de streaming por antonomasia cuenta ya con una considerable biblioteca de películas y series nacidas bajo el sello “Netflix’s original”, y si bien resulta indudable que el mecenazgo de la plataforma no es sinónimo de calidad (creo que nadie se ha olvidado de la infame Deathnote), de vez en cuando se produce un milagro y los astros se alinean para regalarnos una obra que realmente merece la pena y que tiene algo que contar en la sobresaturada industria del entretenimiento.
Tal es el caso de The end of the f *** ing world (2018), adaptación de la novela gráfica homónima que, en formato de miniserie (8 capítulos de 20 minutos), nos cuenta la extraña historia de James (Alex Lawther) y Alyssa (Jessica Barden), una pareja de “bichos raros” de lo mas inusual que, cosas del destino, se acabarán embarcando juntos en un roadtrip como ninguno que hayáis visto hasta la fecha.
Y es que James, de entre todas las cosas, se define a sí mismo como un psicópata y, si bien aún no se ha atrevido a dar el paso de asesinar a un ser humano, parece haber encontrado a la candidata perfecta en la antipática Alyssa, una chica cínica y autodestructiva que odia a todo el mundo y que de buenas a primeras le propone fugarse juntos dejándolo todo a sus espaldas, ¿qué podría salir mal?
Por si no queda claro tras la sinopsis, la relación entre James y Alyssa es el pilar fundamental de la serie, y la obra hace un trabajo excelente a la hora de conseguir que dos personajes perturbados e inverosímiles resulten tan creíbles y humanos al mismo tiempo. Juntos conforman una pareja de lo más encantadora, pero también perturbadora, triste y hasta cómica, son una suerte de Bonnie and Clyde del siglo XXI que funcionan de maravilla en tándem y que luchan (o más bien dan tumbos), por encontrar su lugar en el mundo.
Un mundo que los rechaza de forma sistemática por salirse de la norma pero que, paradójicamente, está poblado por todo tipo de personajes que, dentro de su normalidad, podrían ser clasificados como monstruos por derecho propio, lo que hace que nos preguntemos hasta que punto es posible encajar y si la cotidianeidad es una suerte de anestesia para nuestros miedos y deseos más profundos.
Porque The end of the f *** ing world puede estar cargada de humor negro y situaciones inverosímiles, pero también tiene tiempo para hablar de la madurez, del autodescubrimiento y, cómo no, del amor. Y lo hace, además, con un tono y una estética muy particulares y difíciles de definir; jugando con las expectativas del espectador, moviéndose entre lo contemplativo y lo inverosímil y construyendo una atmósfera que, como la relación entre James y Alyssa, resulta encantadora y escalofriante a partes iguales. Imaginad una hipotética “Asesinos natos” dirigida por West Anderson y a lo mejor os hacéis una idea.
El ritmo por otra parte, resulta algo irregular al principio, con unos tres primeros capítulos que, sin estar mal, no hacen justicia a la serie, que no tarda en despegar y mostrar todas sus cartas para terminar con un atrevido final que resulta magnífico y que supone una conclusión más que satisfactoria para tan breve “aventura” (y ojo, que ya se ha confirmado la segunda temporada).
Así, The end of the f *** ing world se perfila como uno de los productos más interesantes salidos de la factoría Netflix, una serie breve e intensa con unos personajes magníficos y mucho que decir que gustará a todo el que busque algo diferente y atrevido.
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Un comentario
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