Hace casi la friolera de 10 años que analizamos The Last Of Us, la versión de PS3 y lo hicimos con el ansia del niño que ha descubierto un juguete nuevo. Un juguete sobre una aventura de acción y supervivencia en la que se trataba el género de los zombies como nunca se había hecho antes, hasta el punto de que a día de hoy seguimos considerando que The Last Of Us es lo mejor y más realista que se ha hecho sobre el género, y no sólo por el despliegue de medios técnicos que nos ofrecieron tanto su versión de PS3 como la de PS4 y más tarde el remake de PS5, que hacían de este videojuego una delicia de experiencia, sino porque el compendio de todos sus elementos lo convertía en potencial clásico instantáneo.
Y así hasta llegar a día de hoy, en el que después de un DLC centrado en Ellie y su mejor amiga Riley, una segunda parte que iba más de venganza y menos de zombies y alguna cosilla más, el videojuego The Last Of Us da el salto a la pequeña pantalla en 2023, con el permiso de Nauthty Dog, con una primera temporada en la que poco han tenido que modificar. Una serie calcadita al juego. ¿Es esto un acierto? ¿Perdemos nuestro tiempo aquellos que jugamos al juego?
Despleguemos argumentos.
Un debate muy habitual en el mundo de los videojuegos es considerar a las aventuras gráficas poco menos que películas en la que manejas algún que otro botón. Para muchos, esto es perder la esencia del propio videojuego, en el que nuestra inmersión es directamente proporcional a la cantidad de veces que presionas los sticks del mando. No vengo yo a abrir de nuevo ese melón, pero sí que es cierto que hay gente que, u odia, o ama este género y, en consecuencia, existen aquellos para los que la inversión de recursos en una serie que calca literalmente el juego es un auténtico desperdicio.
Por mi parte, hacer que The Last Of Us traspase las fronteras de la consola para hacerse ligeramente mainstream (por lo accesible) a través de una plataforma digital casi lo considero una victoria para los gamers. Lo mejor que se ha hecho de infectados y pertenece a un ocio que, todavía a día de hoy, tiene consideraciones negativas.
Una química estupenda.
Pero es otro medio, y como tal puede ofrecer cosas que el videojuego no puede, como son una química real entre Ellie (Bella Ramsey) y Joel (Pedro Pascal). Dos actores a los que prácticamente conocimos por sus pequeños papeles en la serie de Juego de Tronos y que nos han encandilado desde el primer momento en The Last Of Us.
Siempre me gustaron las personalidades que tenían los dos protagonistas. Ella, tan positiva, resiliente e irónica. Él, un superviviente egoísta. Ambos tan grises en un mundo que no admite personas buenas, únicamente, si eso, ambiguas. Y cómo, tanto el juego como la serie, coinciden en llevar esas personalidades a su momento catártico en las últimas escenas.
Y los espectadores nos encontramos todos ante la misma duda llegado ese momento final. Si creíamos que la serie iría por distintos derroteros que el juego nos equivocamos (de veras, pocos cambios se han hecho, quizás hacerlo menos crudo que en el juego y, cómo no, la genial escena del origen del virus) y la duda sigue dentro de nosotros… por lo menos hasta la segunda parte del juego, pero ese es otro tema.
Es otro medio, nos guste o no.
Lo decía unas líneas más arriba. La televisión necesita contar las cosas de otra manera. El capítulo 3 de la serie (“Long, Long Time”), polémico (porque la gente es tonta), maravilloso, emotivo, perfecto, es la prueba inequívoca de que vale la pena visionar por un lado la serie y jugar por otro el juego. Craig Mazin ha escrito casi todos los capítulos de esta primera temporada, pero la dirección de Peter Hoar en este capítulo lo eleva a otro nivel, recordándonos que la magia del cine puede hacernos revivir cosas que ya conocíamos, pero de otra manera. Vale la pena no spoilearos nada a aquellos que no conocéis la historia, pero lo cierto es que, en medio de un apocalipsis, cuando parece que no podemos aspirar a la felicidad, al amor o a la realización personal, The Last Of Us vuelve a darnos una lección magistral.
Inevitable hablar de aspectos técnicos.
Me cautivaron los gráficos en el videojuego y lo ha hecho la fotografía en la serie. Es evocadora, nos referencia al juego constantemente y ayuda a que la narrativa esté más cargada de intencionalidad. La recreación de escenarios y monstruos es espectacular y sólo encontré como pega algún croma que veía de sopetón en los capítulos finales fruto, sin duda, de las prisas por terminar.
El medio también cambia (y es que es inevitable comparar juego y serie) a la hora de cómo provoca tensión. Si en el juego se sentía un peligro más físico, adecuado para poder jugar, en la serie hay más tensión psicológica. Por ello, The Last Of Us T1 prescinde de mostrar tantos infectados y se apoya más en la idea que supone que, 20 años más tarde del apocalipsis, el peligro real son los otros.
El hombre es un lobo para el hombre.
Y es que, contra lo que podríamos suponer, el enemigo común no ha unido al ser humano. Quizás al principio fue así, pero ahora es una mezcla de sálvese quién pueda, mezclado con lo mío es mío… y lo tuyo puede que también, si puedo cogerlo. Al haber un retroceso en la civilización, también lo hay en la bondad y eso se refleja en la forma de ser tanto de Ellie como de Joel. Los distintos capítulos, pese a mostrarnos diferentes personajes que podrían hacernos dudar de esta afirmación, finalmente acaban atrapándonos con esta idea pesimista del filósofo Thomas Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre (homo homini lupus).
Y es que… No necesitamos zombies en su serie de zombies.
Este punto de vista es el que más me interesaba que consiguiera reflejar esta primera temporada de The Last Of Us. El pensamiento de Hobbes resultaba muy apropiado porque hablaba de que la primera fase de la naturaleza de los seres humanos se encuentra históricamente hablando en la lucha de uno contra todos y de todos contra uno, destacando la ambición como el impulso que los llevaba a actuar. Este apetito desmesurado es el que lleva a la dominación de unos frente a otros, de tal forma que, como podemos ver en The Last Of Us una y otra vez, la igualdad entre hombres se manifiesta en la capacidad de matar al otro (como máxima expresión), pero también, aunque sólo sea por ver más formas de esta misma expresión, en pequeños actos de egoísmo y maldad.
Evidentemente, para esto… no hacen falta zombies. El ser humano se basta y se sobra solo para aniquilarse entre sí, pero los infectados son un buen punto de partida para hablar de cómo se degrada el ser humano. Y no es la primera vez que lo vemos; salvando las distancias, ahí está The Walking Dead, Fear The Walking Dead y muchas otras.
¿Recomiendo The Last Of Us? Mucho, muy fuerte y muy seguido. Una maratón de 9 capítulos que os dejará con buen sabor de boca y deseando que la segunda parte (no necesaria, pero sí esperada y confirmada) sea tan buena como la primera.
2 Comentarios
Pingback: GANADORES THE GAME AWARDS 2023: cumpliendo las predicciones para bien de todos. - Generación Friki
Pingback: GANADORES GLOBOS DE ORO 2024: mandamases, ¿habéis conseguido lo que pretendíais? - Generación Friki