No soy mucho de series policíacas. Quizás porque la palabra que siempre me viene a la cabeza es “repetitivo”. Y así es, casi todas estas series suelen tener en común que cada capítulo suele ser autoconclusivo, hay un malo maloso que pillar por un crimen, varios sospechosos y algo de interacción entre compañeros. Siempre me ha sabido a poco, como si fuese fácilmente identificable que estas series son casi ciencia ficción y muestran poco de la realidad. Entonces me encontré el año pasado con The Rookie (El Novato, 2018, por ahora dos temporadas), la nueva serie de Nathan Fillion, un actor que, sin salirse del ámbito policíaco, cambió Castle, que se centraba más en los crímenes en Nueva York, por las calles de Los Ángeles, para intentar mostrarnos algo de la verdadera realidad de la policía, del auténtico día a día en una comisaría.
Así, aunque The Rookie trabaja en clave de humor, no se olvida nunca de su primera intención: mostrar una realidad lo más cercana y plausible posible (lo que la convierte en un drama policíaco). ¿Y qué mejor para ello que empezar por el principio con un novato?
Nathan Fillion interpreta a John Nolan, un hombre que, en plena cuarentena, divorciado y con una crisis de identidad, reinicia su vida por completo al darse cuenta de que su sueño es ser policía. Pero no es ningún chavalín, y ni el sargento ni sus compañeros pretenden ponerle la vida fácil porque, si algo te deja la serie muy muy clarito, es que ser policía no es ningún pasatiempo.
Con esta premisa, y sí, tratándose en general de capítulos autoconclusivos en cuanto al trabajo policial se refiere, The Rookie trata de que la trama avance poco a poco mostrando todos los aspectos del trabajo cotidiano de una comisaría, incidiendo en el cómo se hacen las cosas y resolviendo de manera orgánica todas nuestras dudas respecto al uniforme, las patrullas, los avisos, el papeleo, las detenciones y muchos otros aspectos destinados a que conozcamos bien los entresijos del trabajo policial.
Todo esto hace que The Rookie esté dirigida a un público más adulto que no sólo quiere el entretenimiento, sino que busca el realismo, el aprendizaje y ese puntito de sentir que la serie te aporta algo más. En parte por eso la cantidad de escenas que implican violencia o cierta agresividad son constantes, o encontramos que no existen apenas conversaciones banales, sino que todo diálogo tiene una dirección marcada.
Esto es así porque, al intentar ser todo lo realista posible, y considerándolo sin duda uno de los grandes aciertos de la serie, todos los personajes tienen sus propias tramas argumentales, alejándose de la tan habitual situación en el que todo gira alrededor del protagonista. Esto, no sólo es refrescante, sino que permite diversificar las situaciones, no desgasta al protagonista y nos permite, ya dentro de esta serie en concreto, entender más el trabajo en equipo, fundamental para el trabajo policial.
Tampoco es que la serie cuente con un amplio reparto. Tenemos otros dos novatos, Lucy chen (Melissa O’Neil) y Jackson West (Titus Makin), tres instructores, Talia Bishop (Afton Williamson), Tim Bradford (Eric Winter) y Ángela López (Alyssa Diaz), un sargento, Wade Grey (Richard T. Jones), una capitana, Zoe Andersen (Mercedes Mason) y tres o cuatro recurrentes de renombre como Shawn Ashmore, Sarah Shahi, Demetrius Grosse o Currie Graham.
Lo interesante no es que todos tengan su parcela de protagonismo, sino que tienen tramas profundas, variadas, que deben ser trabajadas, no en capítulos sueltos, sino poco a poco, lo cual genera personajes atrayentes y muy creíbles.
No obstante, con el personaje principal interpretado por Nathan Fillion la serie no arriesga en absoluto. Ya se sabe que los fans de Castle (entre los que me encuentro) no quedaron muy contentos con el abrupto cierre de la serie, pero la solución no partía por modificar un 5% el personaje del escritor Richard Castle, encantador, ingenioso y seductor, para convertirle en el encantador, ingenioso, algo apocado y casi Mary Sue policía John Nolan. Supongo que siempre podremos echarle la culpa al director de la serie, Alexi Hawley, que es el mismo que el de Castle, pero, aunque me cuesta quejarme del “más de lo mismo” cuando el resultado es bueno, habría sido interesante arriesgar un poco más.
En el aspecto técnico, se tira mucho del formato cámara en mano y del go pro para dar realismo, con resultados francamente buenos, sobre todo en las escenas de acción. Estas, no sólo necesitan de efectos especiales decentes (los que se espera de una serie policíaca: disparos, peleas cuerpo a cuerpo, muchos coches destrozados, explosiones, etc) sino de una excusa para dar realismo al hecho de que la policía hace un seguimiento intenso de la actuación de sus novatos y las cámaras instaladas en el pecho de los agentes son las que consiguen una muy buena inmersión en este formato televisivo.
En definitiva, se trata de una serie divertida, con buen ritmo, que presenta una primera temporada muy fresca y una segunda que, perdida la sorpresa inicial, sabe mantenernos interesados en sus tramas y en unos personajes a los que ya hemos cogido cariño. Para los amantes del género todo un acierto. Y para aquellos que ya nos hemos enganchado, pues esperando la tercera temporada.
The Rookie
Destaca en:
- Divertida, interesante y con buen ritmo
- Personajes relevantes con buenos diálogos.
- Muestra un punto de vista diferente dentro del género policíaco.
Podría mejorar:
- Podrían haber arriesgado más con el personaje de John Nolan.
- Es una serie que quiere caer bien y eso le hace moverse por una zona de confort muy pequeña.