Nos molaron los libros, nos encantaron los videojuegos, nos gustaron los cómics y ahora nos ha enamorado la serie. The Witcher (El Brujo, 2019), aquellas novelas escritas por el polaco Andrzej Sapkowski de éxito moderado en su país no han parado de generar contenido para otras artes y en general de tanta cantidad y calidad que casi se me antoja extraño pensar que no debo hacer spoilers (como siempre) de esta serie cuando la analice, de tan familiares como me resultan las aventuras de Geralt de Rivia y sus compañeros. Es más, ahora mismo, cuando paseo por mi Madrid y veo las fachadas y marquesinas adornadas con carteles gigantes de la serie me pregunto si tendré algo que comentar que sea del interés de mis lectores. Afortunadamente, desde que salió en Netflix hace una semana y devoré sus 8 capítulos esa misma noche, he tenido tiempo de meditar la verdadera importancia de esta serie y su posición dentro del inmenso abanico de oferta que tenemos a día de hoy.
Ante todo, lo evidente para el que quiera ver la serie. Esta primera temporada de The Witcher está basada en una serie de historias cortas anteriores a la saga principal, de nombre El último deseo y La espada del destino, y por lo tanto (dado que era el objetivo de esas historias cortas) se centra en dar a conocer al brujo Geralt de Rivia (un afortunadamente acertado Henry Cavill, duda despejada), la hechicera Yennefer de Vengerberg (Anya Chalotra) y la princesa Cirilla (Freya Allan) y los acontecimientos que unirán sus tres destinos. Todo ambientado en un universo medieval de fantasía oscura donde los humanos conviven con monstruos. Y mucha magia de por medio.
Personajes que tan bien conocemos como el bardo Jaskier (Joey Batey), el hechicero Istredd (Royce Pierreson), la hechicera Triss Merigold (Anna Shaffer), la rectora Tissaia de Vries (MyAnna Buring) o los reyes Calanthe y Eist Tuirseach (Jodhi May y Björn Hiynur Haraldsson, respectivamente) amén de un montón de hechiceros y brujos más, se dan cita en The Witcher al ritmo de una música que aquellos que conocemos los juegos recordamos muy bien, para completar un elenco de personajes de cuyas interpretaciones por actores de más o menos renombre no podemos quejarnos.
Y, aun así, todavía encontraremos mil y un momentos en los que pensaremos “esto en el juego no es así”, “esto en los libros yo no lo recuerdo de esta manera”, como hacemos inevitablemente con cualquier producto proveniente de otro gremio y, sin embargo, si somos capaces de desligarnos de esta ¿fea? costumbre, encontraremos que The Witcher es una serie estupenda por méritos propios y nos olvidaremos pronto de los vaivenes de la serie en IMDB subiendo y bajando de escalafón, para centrarnos en disfrutar de una serie que, por lo visto, va a tener suficientes temporadas como para llenar el vacío que dejó Juego de Tronos en materia de magia, politiqueo, luchas de reyes, batallas y duelos a espada. Y sexo.
Y menudas peleas con espadas. Puede que las batallas tengan altibajos tanto en guion como en ejecución, pero si hay algo que te deja hipnotizado y posiblemente nos ciegue para juzgar otros temas sean las coreografías de peleas de Geralt, que se sienten como danzas sangrientas y mortales, dejando clara la superioridad física del brujo y su preparación para la batalla, así como el amplio presupuesto de la serie que, si bien vota a favor del fanservice más básico para el fan, no ha escatimado en medios para que por “detalles” como el dinero no les salga un mundo realista y el público se acabe quejando de que The Witcher es “otra serie más de fantasía medieval” que pudo ser y no fue.
Un amplio margen de mejora
Y no se puede negar que los valores de producción son muy buenos (aunque no tan altos como en Stranger Things o JDT), pero flojean en los dos últimos capítulos tanto en producción como en guion, haciendo que el rumbo no quede muy claro y que diálogos interesantes y un ritmo estupendo al que ya nos estábamos acostumbrando, caigan con todo su peso.
Estas desigualdades en los niveles técnicos se notan también en las bestias que aparecen en la serie. Mientras que todas están muy bien plasmadas, en los capítulos mencionados los dragones fallan tanto en diseño como en calidad de implementación.
Y estoy siendo muy crítica porque, al final, estoy segura de que muchos perdonaremos estos pecadillos y nos centraremos en esa calidad general de producción estupenda; no obstante, mientras una pequeña porción de mí duda que puedan mantenerlo durante todas las temporadas que dure la serie, el resto de mí intenta centrarse en la narración de una historia que, honestamente, no conllevaba mucha dificultad. Y, sin embargo, los guionistas han decidido realizar un intento de mostrar algo molón realizando saltos en el tiempo de una manera confusa y poco gratificante. Han dejado acertadamente a un lado la efímera sorpresa que sería descubrir los saltos en el tiempo al final de temporada, para mostrarlos de forma continua a lo largo de los 8 capítulos, ignorando no obstante los recursos cinematográficos que facilitan que el público sepa que efectivamente se trata de un flash back, una elipsis temporal o una superposición de tiempos.
El oscuro universo de The Witcher
Aquellos que conocemos la obra sabemos que el universo en el que se suceden todos los acontecimientos es bárbaro, lleno de gente embrutecida y deshonesta (los verdaderos monstruos de la historia), donde la magia, lejos de crear un mundo mejor, genera oscuridad y es odiada por todos. Siempre me había imaginado que sería una mezcla entre el Lecho de Pulgas y las calles de Los Miserables. Y es cierto que notas que hay personajes desagradecidos, pero se echa en falta el ambiente decadente y desgastado que se vivía en las novelas y en los juegos.
Por ello, y aunque, sin duda, el estilo artístico bebe de los juegos, incluyendo guiños (como la escena de la bañera), el contexto oscuro y deprimente no es tan obvio como debería y, aunque quizás es algo que han dejado para otras temporadas con sus ubicaciones correspondientes, habría sido de agradecer notar un poco más las desigualdades sociales y culturales que facilitarían la inmersión en la historia.
El interés de esta serie será el que le otorguen los fans.
Auguro éxito en las primeras temporadas, aunque sólo sea por la inercia que trae por los juegos y los libros, pero después…veremos quién recoge el testigo de mantener la calidad, ¿el futuro público fan de la serie? ¿o los abnegados seguidores de los videojuegos? ¿o los clásicos y ya vetustos amantes de las novelas? No sé si me gusta decir esta frase, pero a veces una serie tiene tanto éxito como interés tengan sus fans. Aunque sea The Witcher.
The Witcher
Destaca en:
- Conserva el espíritu de las novelas y los juegos.
- Buena elección de actores.
- Excelentes coreografías de lucha.
- Ritmo de la serie en general muy bueno.
Podría mejorar:
- Altibajos en los valores de producción.
- Mala indexación de los saltos temporales.
- El capítulo de los dragones sobra bastante.
- El mundo decadente se siente un poco light..
Un comentario
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