Cuando empecé a ver Tú, yo y ella (You Me Her, 2016) no tenía ni idea de por dónde iban a ir los tiros. Era una serie, como poco, problemática, con la temática del poliamor como tema principal. Por la sociedad en la que vivimos, por cómo están estructuradas las relaciones a día de hoy y por una palabra que, en general, se supone que no nos gusta y que huimos de ella, pero que todos enarbolamos cuando queremos sentirnos a gusto con lo que hacemos o con la gente que nos rodea: normalidad.
Parece que nadie quiere ser normal, pero todos queremos encajar. El que se sale de la tónica, no sólo es el raro, o el diferente, sino que puede ser el peligroso. Hay gente que quiere destacar, “ser alguien” en la vida, y gente que quiere pasar por ella discretamente persiguiendo sus honorables y personales objetivos (casa, trabajo, niños). También los poliamorosos pertenecen a ambos grupos, pero tienen algo que los distingue, sin necesidad de pretenderlo, y que provoca ampollas por…todavía trato de entender por qué, pero después de mucho reflexionar he deducido que es porque altera el orden. Y sin orden, tenemos anarquía, y disturbios, y nos sentimos desorientados, sin guía y pensando que aquello preconcebido (ojo, preconcebido) que aprendimos, ya no nos sirve. Y se llega a las crisis existenciales y, claro, nos encanta la filosofía, pero no si altera nuestras vidas.
Jack y Emma Trakarsky eran un matrimonio encuadrado en el término “normal”. De hecho, según los cánones españoles eran unos privilegiados: treinteañeros, viviendo en un barrio lujoso y familiar en una casa grande no, lo siguiente, él a punto de ser nombrado decano de un instituto pijo, ella a punto de ser nombrada socia en un prestigioso estudio de arquitectura. Pero llevan 8 años intentando tener un crío y no lo consiguen. Y claro, eso los convierte en los raros del barrio. En aquellos a los que los vecinos miran con pena. Pero se les admite porque, claro, ellos no tienen la culpa de ser OMG estériles.
Luego llega la rutina aplastante, la sensación de que después de tanto tiempo teniendo relaciones sexuales sólo para concebir, tu relación flaquea. Igual esa persona con la que duermes se ha convertido en tu amigo, igual la miras con otros ojos, quizás ahora que ya no tienes ese objetivo común, hay necesidad de plantearse un nuevo horizonte conjunto. Pero hay necesidad de mambo, ¿qué se hace si no se tiene, si se ha perdido la chispa y por una razón tan comprensible?
La serie plantea la presencia de una tercera persona en esta ecuación, una estudiante que trabaja en su tiempo libre como señorita de compañía y con la que Jack pretende revitalizar su relación. Tú, yo y ella trata el comienzo de esta evidente relación poliamorosa entre Jack, Emma e Izzy de forma magistral, haciendo que cualquier espectador entienda que, efectivamente, el amor no entiende de barreras.
Por supuesto, terminar la primera o segunda temporada con un trío feliz mirando al horizonte sólo nos llevaría a vomitar mientras recordamos tantas comedias románticas americanas que terminan con un apasionado beso mientras tu cinismo se pregunta, “¿y mañana qué?”, por lo que lo interesante se plantea cuando un tipo de relación minoritaria a nivel mundial intenta aprender a convivir, mostrando algunos problemas evidentes (la complicidad de 10 años de pareja que tienen Jack y Emma, la energía y estilo de vida que tiene Izzy, casi 10 años menor) con otros menos evidentes. Y todo mientras el resto del mundo les mira y contiene el aliento.
Mucha gente que lea este artículo o que simplemente vea la serie planteándose algo más que “qué serie más moderna”, espero que entienda que, además de tratar temas actuales (o antiquísimos, según se mire) es una serie revolucionaria porque no es que trate el tema lgtb al estilo de lo que ahora se está haciendo común en series (la lista ya es larga) y se veía con pinceladas en películas desde los años 80-90, sino que es una serie adulta, que usa el humor, pero es consciente de su importancia y quiere que la traten como tal, ojo, sin por ello caer en la vulgaridad, el recurso visual sexual fácil o los clichés sobre el poliamor. En este sentido, es muy grato poder decir que es una serie para todos los públicos.
Por ello, no es una serie que trate de sexualidad, que también, sino de la emocionalidad, de las relaciones. Una forma de decir, el mundo cambia, y esta serie está aquí porque esta realidad existe y da la sensación de que la gente no lo entiende. No entiende que no es vicio, no es capricho, no son adolescentes intentando ubicarse en un mundo que no les gusta, sino adultos que han encontrado el amor de una manera diferente a la habitual.
Tú, yo y ella intenta decirnos que hay más realidades además de las que conocemos en nuestro limitado universo (y que me perdonen los que viajan mucho) y que no hay que salir del barrio para verlos y, con unas actuaciones naturales y soberbias, y unos protagonistas muy bien escogidos (Greg Poehler, Rachel Blanchard y Priscilla Faia) unos secundarios de lujo que, en general, darán el punto cómico a las historias (Melanie Papalia, Jarod Joseph, Jennifer Spence, Ennis Esmer…), desgranan la historia dejando que afecte a sus vidas en todos los sentidos para hacer que los espectadores veamos que no, no eres poliamoroso y ya está, sino que es una faceta más de tu vida.
No sé si su creador, John Scott Shepherd, o sus diferentes directores (Nisha Ganatra, Sara St Onge y Jem Garrard) pretendían hacer una comedia romántica (ambos apelativos teniendo sentido de una vez por todas en una misma frase: comedia y romántica) y darle chicha sacando el tema del poliamor, pero sin duda, independientemente de su intención, es una buena serie, con un ritmo muy fluido, buenas interpretaciones, tramas secundarias interesantes, humor bien traído y que nos deja con ganas de saber qué pasará en la quinta y última temporada.
Tú, yo y ella
Destaca en:
- Química entre los personajes.
- La naturalidad con la que están tratados todos los temas importantes.
- La poca necesidad de grandes recursos para hacer una buena serie.
- Arriesga y eso ya no se suele ver.
- Muy divertida.
Podría mejorar:
- Escaso desarrollo de las tramas secundarias, todas al servicio de la trama principal.