Agridulce sabor de boca se nos queda después de visitar este año Belmonte para contemplar el II Torneo nacional de Combate Medieval. Belmonte baja el listón enormemente en cuanto a organización, infraestructura y labores mediáticas, pero el mismo espíritu del combate medieval, sus equipos, los luchadores y el ambiente salvan de la quema un evento que, de haber sido de cualquier otra cosa, habría acabado en desastre.