CANCIÓN DE HIELO Y FUEGO: juego de tronos

Algo tiene la Edad Media que todos (sobre todo los frikis) sentimos fascinación por ella. No nos habría gustado meter nuestra lengua en la de alguien que jamás ha conocido el cepillo de dientes, no habríamos soportado las gélidas temperaturas, y desde luego habríamos desistido de ser caballeros con cientos de kilo de metal en el cuerpo todo el día. Pero nos encantan las carnicerías, las batallas, la idea de una espada rebanando un cuello. Y quizás también las historias de princesas hermosas, héroes valientes, magos siniestros y asesinos sanguinarios. Y no nos olvidemos de los dragones y las mazmorras.

Por lo visto, todos llevamos un niño dentro.

Quizás por eso Juego de Tronos, el primero de los siete libros que compilan (compilarán) la saga de Canción de Hielo y Fuego, nos gusta tanto. Desde luego hace falta mucha maestría para escribirlo. No del tipo de “sé contar cosas interesantes de forma amena”, porque de esos, sin ofender a George R.R. Martin, hay y ha habido muchos, pero sí que es absolutamente admirable la forma que tiene de hilar unos acontecimientos con otros, de tal forma que te preguntas ¿es que en su cabeza, desde el primer libro, ya sabía lo que iba a pasar en el quinto? Mi opinión es que hace falta ser muy bueno para que tanto texto tenga tanta armonía.

Y esta armonía, la dan los personajes. No el protagonista, que por la forma de contar la historia desaparece, sino de todos aquellos que, en algún momento, forman parte de la trama. Porque es la riqueza de los personajes, todos y cada uno de ellos, que nos abren un mundo enorme, la que nos hace querer leer los libros. Y es que los personajes son verosímiles. Es como si abrieran sus cabezas, sacaran todo su cerebro/mundo agarrado en una mano, y lo esparcieran por las páginas en blanco. Son esos personajes lo que hacen que suframos (y de qué manera) y tomemos partido por unos u otros, nos emocionemos y ¿por qué no? reflexionemos sobre el valor de la vida, el sentido del deber, el honor por encima del amor, de la salud, de la enfermedad…todo lo que quieras, pero de manera muy creíble.

¿Qué puedo decir que no se haya dicho ya? No voy a compararlo con Tolkien, no voy a criticar lo que se tarda en escribir cada libro (si, era una niña cuando sacaron este libro, y me lo leí, y cada vez que saca uno nuevo me vuelvo a leer todos los anteriores). Tampoco voy a aconsejaros que no os encariñéis con nadie…

Pero sí que voy a advertiros que este libro pertenece a ese género (y hay que reconocer que hay mucho escrito de esto) en el que no todo son guerras y sangre. Las cosas se solucionan también por otros medios. Digamos que hay muchas facciones y todas pelean entre sí…pero no necesariamente con espadas: intrigas, politiqueo, traiciones…esas cosas. No esperéis violencia gratuita.

De cualquier forma, y pasando por encima de tanto los entusiastas como de los cínicos, es un buen libro, será una buena saga, no creo que la cague al final y cualquiera encontrará interés en explotar los numerosos campos que ofrece: política, amor, batallas, tabúes, venganzas, seres mitológicos, acción, fantasía, complejidad psicológica, sexo…

Os animo a que os adentréis en ese mundo donde el Bien y el Mal (así, con letras mayúsculas) no es un concepto tan claro, y vuestros propios principios se pueden ver traicionados cuando no sepáis a quién echarle la culpa de todo lo que pasa. Así que daros prisa porque se acerca el invierno.

(9 / 10)

 

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