CUPHEAD: Un maravilloso “run and gun” dibujado a mano

Cuando fue anunciado por primera vez, en el verano de 2014, el aspecto artístico de Cuphead cautivó la atención de público y prensa. Un pequeño equipo, formado por Chad y Jared Moldenhauer como cabezas rectoras y Jake Clark a los pinceles, nos presentaba un run and gun/shot ‘em up de la vieja escuela, que combinaba elementos y mecánicas de Gunstar Heroes, Metal Slug o Ikaruga, ambientado en un preciosista mundo animado, en el que se podían reconocer las influencias de la primera etapa Disney y de los Fleischer Studios, un universo exagerado y surreal que ha tardado más de tres años en completarse.

Si el apartado gráfico es un homenaje a los clásicos de la animación, la dificultad de sus mecánicas bebe de los arcades de los ochenta. Puede que su nivel de exigencia no llegue al de los Contra, sobre todo gracias a una curva de dificultad muy pulida, pero sí que nos exigirá desempolvar nuestras habilidades para encontrar patrones en los ataques de los jefes finales, seleccionar el arma que mejor se adapta al diseño de cada enfrentamiento y morir una y otra vez.

La aventura de la simpática taza antropomorfa que es Cuphead (al que se añade un segundo personaje, Mughead, si nos ayuda un amigo) comienza en un casino con un pacto con el mismísimo Mefistófeles, algo que podría encajar perfectamente dentro de la leyenda sobre la historia de Monsieur Blanc. Este es el inicio de una carrera para recuperar los contratos de otros personajes, a los que deberemos derrotar para que nos entreguen sus acuerdos con el maligno. Así, la estructura del juego nos deja movernos por un mapa en el que iremos completando desafíos contra cada uno de estos “bosses”.

A excepción de los puntos marcados con una diana en el suelo, donde podremos conseguir monedas que intercambiar por nuevas armas y poderes, mientras avanzamos deshaciéndonos de enemigos de menor entidad, la mayoría de los enfrentamientos nos dejan a solas contra un rival de tamaño y fuerzas desproporcionados. Conforme le vayamos infligiendo daño, su forma y patrones de ataque variarán mediante unas mutaciones increíbles, cuya contemplación puede que nos cuesten alguna que otra muerte… Poco a poco, nuestros reflejos, paciencia y deseo de ver más irán encontrando la respuesta a los retos que se nos planteen, hasta llegar al momento en el que el “KockOut” que anuncia la derrota de nuestro enemigo resonará en los altavoces para hacernos saltar de alegría con el puño en alto.

Ritmo, ritmo, ritmo… Una vez descifrado cada ataque, los duelos se solventan en 2-4 minutos de media. Aquí entra en juego ese cierto punto de complicidad con el jugador que lleva a este a la busca del perfeccionismo en la combinación de disparo, salto, parry y especial, y a repetir el nivel una y otra vez hasta que el sistema de puntuación del juego le recompense con un A+. La sensación de logro que se obtiene cuando todo encaja y alcanzamos ese punto de concentración místico en el que no vemos abejas asesinas ni pájaros carpinteros, sino tiempos de acción y ventanas de respuesta, es indescriptible. Satisfacción y nostalgia se combinan para devolvernos aquellas sensaciones que antes buscábamos en los salones recreativos. Y, si además sumamos a un aliado a la causa, algo que reduce la dificultad sustancialmente, nos encontraremos envueltos en una fiesta de saltos y gritos.

Conclusión:

¿Qué dice Generación Friki?

Si te gusta descubrir las mecánicas de los patrones de ataque, si eres de los que puede repetir un obstáculo una y otra vez hasta encontrar el “timing” perfecto que limpia la pantalla, si echas de menos aquellos juegos que no te guiaban paso a paso con tutoriales excesivamente explícitos, Cuphead es para ti. Si, además, creciste con las locuras animadas de clásicos como el Pájaro carpintero o Popeye, no te lo puedes perder.

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