Muy poco han avanzado los videojuegos en materia jugable desde 1998 y aquel revolucionario Ocarina of Time. Sí, tenemos mundos más bastos, mecánicas de juego más complejas, argumentos cinematográficos y sobretodo unos valores de producción que se salen de las gráficas, pero el corazón mismo de la experiencia sigue asentado sobre los regios cimientos de aquellos dorados años con el mencionado Zelda a la cabeza, pero sin olvidar Half-Life, Mario 64, Silent Hill y claro, también Final Fantasy VII.
Ha llovido mucho desde entonces, pero sigue sucediendo que cada vez que una de estas grandes sagas está a punto de aterrizar, todos esperamos que retuerza las bases de lo jugable y suponga de un modo u otro un paso adelante en la industria del videojuego… pero esos tiempos ya pasaron.
Muy pocos horizontes quedan ya por explorar en el videojuego tal y como lo conocemos, variaciones de lo mismo, quizá mezclas y algún experimento, pero al final la industria del videojuego mete la directa hacia el “faster, better, bigger” que les garantiza unos grandes resultados financieros manteniendo la fórmula original y añadiendo tamaño, acabado técnico y ligeras variaciones aquí y allá, pero sin alterar demasiado la receta.
¿Qué es lo que esperabas de Final Fantasy XV?
Al hacer esta pregunta muchos contestarán “Un JRPG de corte clásico, con combates por turnos y un mapamundi para explorar”, otros se llevarán las manos a la cabeza y dirán “¡No!, la franquicia debe buscar su propio camino y evolucionar hacia nuevas fórmulas”, y siempre quedará ese tercer segmento (porque en el mundo tiene que haber de todo) que diga “Da igual lo que haga, Final Fantasy está muerto”.
¿Pero qué es realmente lo que el público quiere?
Si algo he aprendido en mi carrera profesional durante todos estos años, es que el consumidor muchas veces no sabe lo que quiere, busca desesperadamente revivir viejas sensaciones a través de experiencias nuevas, pero que a la vez le recuerden aquellos momentos mágicos de la niñez. Busca llorar de nuevo con una trágica historia de amor adolescente, como lo hizo con Final Fantasy VIII, busca devolverle la voz a Dagger como en Final Fantasy IX, o puede que sencillamente quiera acompañar de nuevo a Yuna en su viaje, como hizo en 2001, con Final Fantasy X.
Pero no puede, y no porque estas historias no sigan existiendo en el mundo de los JRPGs, en el que se sigue tirando de los mismos tópicos sin desfallecer. Las historias no han cambiado, están ahí, somos nosotros los que hemos cambiado.
No todo el mundo tendría estómago para deglutir hoy en día un Final Fantasy VII; con esas incesantes y lentas batallas por turnos, los gráficos mal envejecidos, las melodías en midi, o el (aunque duela) correoso argumento. Y es que de lo que recordamos que era Final Fantasy VII a lo que realmente es, hay un trecho.
Por supuesto no estoy hablando de esa rama dura de jugadores de JRPGs que somos algunos, sino del jugador general, el que juega un RPG muy de vez en cuando y sólo si está en castellano.
El punto de todo esto es que Final Fantasy XV ha llegado, y hay tanta controversia sobre lo que es, lo que no es, y lo que debería ser, que es difícil decantarse por algún bando sin antes escudriñar los motivos que han llevado a Hajime Tabata y a Square Enix a dar a luz un juego tan controvertido.
Más cerca de Geralt de Rivia que de Squall Leonhart
Poco se le puede objetar a la tercera entrega de The Witcher, es uno de los mejores juegos en lo que llevamos de generación (muchos dirán que el mejor) y sin duda una buena vara de medir en cuanto a lo que debe de ser un RPG moderno: mundo abierto, ciclo de día, noche y clima, interminables escenarios por los que cabalgar y criaturas a las que cazar con un sistema de combate a tiempo real que se enfoca más en los reflejos que en la estrategia. Muchos de estos conceptos son completamente ajenos a lo que podemos entender por Final Fantasy y, sin embargo cualquier diseñador en su sano juicio trataría de incluir la mayoría de ellos en un RPG moderno, ¿por qué debería de no hacerlo Final Fantasy?
Las ventas de otros RPGs de corte más clásico como la saga Tales of, o Ni No Kuni se vieron limitadas por el aforo máximo de los seguidores de este tipo de juegos, siendo incapaces por sus características tan poco atractivas para el jugador moderno de dar el salto al gran público. Y puede que a muchos de nosotros nos guste así, pero para una saga de rol japonés con desarrollos multimillonarios, que necesita llegar a cifras de seis ceros de unidades vendidas solamente para amortizar los costes, los combates por turnos, los interminables cuadros de dialogo y los barcos voladores sobre mapas en mode 7 se han terminado, hay que mirar hacia el futuro o despedirse de la Fantasía final.
Un desarrollo infernal
¿Es un pastel más sabroso por haberlo horneado más tiempo? Obviamente no, pero parte de la prensa se ha cebado con Final Fantasy XV por el mero hecho de que “hemos esperado diez años de desarrollo” y no muchos han tenido en cuenta que el juego ha pasado por dos directores, dos cambios de motor gráfico, un cambio de plataforma, una reestructuración de Square-Enix y un cambio de presidente, y eso sólo lo que nos han contado; si el juego hubiera pasado por lo mismo en una desarrolladora no japonesa, probablemente ahora estaríamos jugando al Call of Fantasy, y si no que se lo digan a Project Titan/Overwatch.
Me puedo imaginar a Hajime Tabata en su mesa, intentando montar algo coherente con las piezas de los diferentes Final Fantasy que habían pretendido ser, en primer lugar Final Fantasy Versus XIII, y después Final Fantasy XV; uniendo las piezas como puede, solapando historias, eliminando arcos argumentales enteros, reestructurando los episodios y limando la jugabilidad.
Y esto es lo que nos queda
Y es que después de pasar más de 40 horas con Final Fantasy XV la sensación que queda es como la de fallar una quiniela por un número, la amarga sensación de tener la certeza de que de no haber sido por las inclemencias del destino, habríamos estado cabalgando a un caballo ganador, y no a un pastiche de pura sangre con asno.
No me malinterpretéis, una quiniela de catorce aciertos es una gran quiniela. Igual que Final Fantasy XV es un gran juego en muchos sentidos, pero como ya pasó con Metal Gear Solid V; falla en su seña de identidad, en su historia.
Me he visto la película, Kingsalive, he leído la novela de 50 páginas y he visionado los capítulos de animación que componen Final Fantasy Brotherhood, todo pre requisitos para entrar con buen pie en Final Fantasy XV, y aun así, el juego ha fracasado intentando contarme una historia.
En primer lugar, porque ningún producto debería de ser dependiendo de otros para entenderse por sí mismo, y sin embargo jugar Final Fantasy XV sin al menos haber visto la película resulta una experiencia en exceso incompleta.
Y es que el argumento hace aguas; después de una despampanante puesta en escena, la historia nos hace ir dando tumbos de un lado para otro, sin un objetivo claro y con la sensación de estar leyendo un libro al que le faltan un buen montón de páginas en el centro. Arcos argumentales que están ahí, y que por alguna razón el juego no nos cuenta, personajes que no acaban de encajar y otros, como el de Luna, cuyo papel en la historia es tan relevante que resulta inexplicable que sea un personaje relegado únicamente a un puñado de cinemáticas.
Es únicamente el último tramo del juego en el que éste trata, de manera torpe pero eficaz, de deshacer el embrollo argumental en el que sin saber exactamente cómo, se mete de bruces. Personajes como Adanea, el Rey Iedolas, o Ravus, el hermano de Lunafreya, quedan no sólo desaprovechados, sino terriblemente mal explicados, siendo evidente que en su concepto original estos tenían un peso relevante en la historia, pero por motivos que desconocemos han quedado como los vemos.
Con todo y con eso, finalmente el juego salva los muebles con un sprint final fantástico, un giro argumental bien planteado y unos últimos compases memorables, que acaban con un final digno del mejor de los juegos de la saga, un broche de oro a lo que debería haber sido una historia de colosales proporciones.
Lo que sí consigue Final Fantasy XV es enamorar con su carisma, porque puede que la historia esté mal planteada, y que claramente falten fragmentos, pero los protagonistas son fantásticos, con algunos momentos realmente bellos y otros terriblemente locos y divertidos. Final Fantasy XV es, en esencia, una historia de amistad entre cuatro amigos inseparables, y en esto funciona a la perfección, haciéndonos participes de su complicidad, sus broncas y sus risas, mostrándonos esos pequeños detalles que en cualquier otro juego se pasarían por alto, como el odio por las verduras de Noctis, el excesivo gusto por las mujeres de Prompto, o el mal genio de Gladiolus. Pequeños detalles que convierten a los puñados de polígonos y texturas que nos acompañan en seres que viven y respiran junto a nosotros.
Y aun así acierta
Porque afortunadamente la historia, aunque es una parte grande, no es un videojuego, sino sólo una parte de éste y a Final Fantasy XV le sobran elementos de calidad que lo convierten por definición en un buen juego.
La primera buena noticia es que su apartado técnico deslumbra, a primera vista puede parecer que está demasiado parejo a The Witcher 3 en cuanto a calidad técnica, incluso a veces podemos notar como el juego de el brujo destaca en algunos elementos, pero es cuando empezamos a medirnos con los enemigos más colosales del juego cuando por fin vemos las diferencias, que básicamente son de escala. En Final Fantasy XV podemos llegar a combatir con criaturas de tamaños mastodónticos, combinando el juego de buena manera partes de quick time events (tan amados como odiados) con otras de jugabilidad más clásica, consiguiendo en ocasiones plasmar escenas tan bellas y espectaculares que harán que vuestras mandíbulas se descoloquen ante semejante despliegue.
Siguiendo con las buenas noticias hay que concederle a Final Fantasy XV el mérito de ser tremendamente generoso en cuanto a misiones secundarias y contenido endgame. Un montón de tamaños de diferentes envergaduras que van desde el clásico grindeo hasta emocionantes incursiones a mazmorras, muchas veces mejor diseñadas que los fragmentos de la campaña. El juego también dispone de los clásicos enemigos ocultos (los “arma” para que nos entendamos) y muchos de ellos exigirán no sólo que nuestro equipo esté provisto del nivel máximo y de los mejores ítems del juego, sino también de un conocimiento profundo del sistema de combate y sus pormenores.
Hablando del sistema de combate, se puede decir que muchas veces peca de simplista, pero finalmente acaba siendo como muchos de los sistemas de combate de los hack n slash más típicos: puedes profundizar en sus entrañas tanto como te apetezca, aunque para superar la campaña no se te exigirá mucho más que dominar las mecánicas básicas de proyectarse, atacar y esquivar. El combate, a largo plazo, oculta muchos buenos detalles que están reservados para los que lo sepan ver. Sin embargo es cierto que se echan de menos más elementos que le añadan profundidad táctica a las peleas, ya que entre el excesivo simplismo del combate, una cámara que no ayuda nada, y los terribles barullos de luz y color que se montan en pantalla, a veces podemos estar machacando el botón sin saber exactamente dónde está nuestro personaje ni que estamos haciendo.
Entonces, ¿Es Final Fantasy XV un buen juego?
Sí, lo es. No sólo es un juego con una campaña principal interesante, sino que además es uno de esos que nos tienen reservadas una cantidad muy generosa de horas para todo aquel que quiera dedicárselas. Un juego divertido de jugar, espectacular de ver y con algunos momentos memorables, una experiencia que podría ser redonda de no ser por una historia demasiado remendada y a la que se le ven las costuras.
Conclusión:
¿Qué dice la prensa?
En este caso las reviews de la prensa estaban disponibles entre 2 y 3 días antes del lanzamiento del juego.
Final Fantasy XV tiene un promedio de 83 en Metacritic, siendo su nota más baja un 60 y la más alta un 100.
Prensa nacional:
Meristation: 8
3DJuegos: 8´5
Vandal: 8´5
Prensa internacional:
IGN: 8´2
Gamespot: 8
Destructoid: 9
¿Qué dice Generación Friki?
Quizá Final Fantasy XV no sea el mejor de la saga, pero es el comienzo de algo grande, es un paso firme en una nueva dirección, una dirección que con los ajustes pertinentes podría marcar una segunda juventud para la franquicia. Es difícil no ponerse triste cuando uno ve el potencial desaprovechado del que hace gala el juego, pero al mismo tiempo me emociona saber que son unos cimientos robustos y muy prometedores de cara al próximo Final Fantasy VII Remake. Yo ya estoy contando las horas.
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NOTA
10.00
Parece que no hay termino medio o se hacen juegos de mundo abierto y sin escenas cinematográficas, o se hacen juegos donde hay cinematográficas pero con un juego muy lineal.
Se ve que aquí se intento mezclar pero ya vemos que la mitad del juego es mundo abierto sin escenas, y la otra mitad es lineal y con mogollón de escenas.
muy buenas las dos partes, pero la perfección sería la mezcla de estas durante toda su duración, lástima que los juegos ahora mismo sean tan costosos de realizar y requieran tanto tiempo, si no otro gallo cantaría.
Precisamente es por eso que los juegos de antes son mejores, (dudo que sea solamente nostalgia) llevaban menos tiempo y menos coste con lo que los desarolladores se podían permitir el lujo de perfeccionarlo mas, lo que ahora es practicamente imposible.